La transición estacional tiene un impacto significativo en nuestra dieta y, más aún, en nuestros hábitos alimenticios. No es lo mismo disfrutar de un caldo caliente cerca del radiador en invierno que en verano, cuando nuestro cuerpo anhela comidas frescas, ligeras y de fácil preparación.
"Con la llegada del verano, casi todos nosotros experimentamos de manera natural un cambio en la elección de los alimentos, así como también nuestro estado de ánimo", explica la nutricionista experta en Seguridad Alimentaria Fátima Fernández.
La especialista señala que, con el aumento de la temperatura ambiente, se vuelve aún más crucial mantenerse adecuadamente hidratados. Además, alerta de que, si no lo hacemos, podríamos experimentar síntomas desagradables como taquicardia, calambres musculares, piel reseca o incluso apatía.
Por lo tanto, durante los meses de calor intenso, resulta imprescindible utilizar la dieta como un medio para alinear mejor nuestro cuerpo con el ritmo del verano, sin descuidar un modo de vida sano.
La creencia popular sostiene que la gente tiende a comer menos y optar por alimentos 'más frescos' y 'más ligeros' cuando las temperaturas son altas. Sin embargo, ¿qué nos revelan los expertos sobre cómo el calor afecta la cantidad y el tipo de alimentos que consumimos?
Principales alimentos que se deben evitar durante el verano
El Dr. José Pablo Suárez, endocrinólogo miembro del comité gestor del área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), defiende que la alimentación saludable no debe depender del período del año en el que nos encontramos.
"Es evidente que con el calor apetece ingerir alimentos que refresquen, y se incita algo más al consumo más frecuente de alimentos y bebidas menos saludables como bebidas azucaradas, cervezas y/o helados", argumenta el experto, que señala que se trata de alimentos hipercalóricos, que aportan azúcares simples y contribuyen al aumento de peso y al empeoramiento de otras enfermedades metabólicas como la diabetes.
"Los dulces y los helados no sólo no son alimentos fundamentales, sino que producen un efecto negativo en la salud, debido a su gran contenido calórico basado en azúcares y grasas saturadas y trans, las de peor calidad", denuncia José Pablo Suárez, que recomienda que su consumo sea muy ocasional. Por su parte, Fátima Fernández aconseja evitar el consumo de proteínas de origen animal, como la carne de vaca, ternera, cordero y cerdo por el alto contenido en grasas.
De la misma manera, la experta recomienda prescindir de alimentos o líquidos muy fríos porque, si bien al principio nos dan sensación de frescor, posteriormente el cuerpo aumentará más la temperatura corporal para contrarrestar el efecto frío. "También los lácteos enteros: nata, quesos curados, leche y yogur", añade Fátima.
Además, la nutricionista enfatiza la importancia de mantenerse alejados de productos de panadería industrial, pasteles, tartas y postres en general, debido a su alto contenido de grasas y azúcares, y a su elevado valor calórico. Asimismo, la comida rápida, los alimentos empanados, rebozados, fritos y las vísceras también deberían ser evitados.
Finalmente, en lo referente a las bebidas, ambos especialistas coinciden en que deberían eliminarse completamente todas aquellas que aporten calorías, como refrescos azucarados o bebidas alcohólicas, y sustituir el azúcar por edulcorantes que no aporten calorías. Por ejemplo, pueden sustituirse por agua (la bebida más saludable que existe), limonadas, bebidas ‘light o sin azúcar’ e infusiones.
Alimentos recomendados para la época estival
A menudo, tendemos a pensar que solo podemos hidratarnos mediante bebidas. Sin embargo, los expertos recuerdan que las frutas, verduras y hortalizas también son una excelente fuente de agua, con un contenido que oscila entre el 80% y el 90%.
Por lo tanto, es fundamental incluirlos en nuestra dieta durante el verano, especialmente si son de temporada, ya que tienen un mayor porcentaje de agua, como el melón, la sandía o las ciruelas.