Dos años después del inicio de la pandemia, sigue el misterio sobre el coronavirus. Sigue el misterio sobre su origen y sobre el supuesto animal intermedio en el que se sospecha que mutó un coronavirus de murciélago para infectar al ser humano.
Se han analizado más de 80.000 animales
En otras pandemias similares anteriores, el reservorio fue hallado con relativa rapidez, como el del SARS (síndrome respiratorio agudo grave), que se originó en noviembre de 2002 en China y siete meses después se conocía que el posible animal intermedio eran las civetas que se vendían para consumo humano en los mercados de Cantón (Guangdong).
Los murciélagos de los que procedía dicho coronavirus no se encontraron hasta diciembre de 2017 en una cueva de Yunnan, al suroeste de China.
En el caso del SARS-CoV-2 se han analizado más de 80.000 animales y no se ha encontrado aún la fuente natural: ni el reservorio intermedio ni los murciélagos que se cree son su origen. Por ello, son muchas las voces de expertos que piden investigar otras teorías como la posible fuga de uno de los laboratorios de Wuhan.
Según publica el diario ABC, a esta teoría de una posible fuga se suma la extraña coincidencia de que la peor pandemia en un siglo haya empezado en Wuhan, una ciudad donde se almacena y experimenta con la mayor colección mundial de coronavirus de murciélago y la opacidad habitual del régimen chino sobre este asunto tampoco ayuda a despejar las dudas.
Esta teoría de una posible fuga se suma la extraña coincidencia de que la peor pandemia en un siglo haya empezado en Wuhan, una ciudad donde se almacena y experimenta con la mayor colección mundial de coronavirus de murciélago y la opacidad habitual del régimen chino sobre este asunto tampoco ayuda a despejar las dudas.
Los expertos dan muy poco crédito a la teoría sobre que el coronavirus no procede de China y pudo haber venido del extranjero a través de la importación de alimentos congelados, y más aún desde que el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) rectificara a su equipo y reclamara indagar más en la línea de un escape accidental de laboratorio.
En mayo de 2021, 18 de los más prestigiosos virólogos pidieron lo mismo en una carta abierta publicada por la revista 'Science'. Uno de estos virólogo es Ralph Baric, una eminencia de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill y que ha colaborado con el Instituto de Virología de Wuhan y su principal figura, una experta en coronavirus de murciélago, Shi Zhengli.Técnica.
Ambos publicaron en 2015 un estudio en el que el virólogo Baric había empleado la "genética inversa", que permite dar vida a un virus a través de su ADN y manipularlo para crear en el laboratorio un nuevo coronavirus.
Con la técnica de Baric, ambos consiguieron cultivar en el laboratorio el SHC014 y que infectara a ratones cuyos pulmones habían sido modificados genéticamente con células humanas.
La revista MIT Review, que pertenece al reputado Instituto de Tecnología de Massachussets publicaba un análisis en el que decía que este virus que también fue inyectado directamente en células humanas, mostró una "robusta reproducción", lo que demostró que en la Naturaleza hay coronavirus que pueden contagiar al ser humano sin necesidad de pasar por un animal intermedio.
Tras el experimento que llevó a cabo Baric en un laboratorio BSL-3+, el segundo de máxima seguridad, la doctora Shi Zhengli siguió haciendo lo mismo en el Instituto de Virología de Wuhan. La doctora utilizó una subvención que EE UU había otorgado a la organización EcoHealth Alliance para que investigara el riesgo de contagio en humanos de los coronavirus de murciélago. De los 3,1 millones de dólares concedidos de subvención entre 2014 y 2019, unos 750.000 dólares (636.500 euros) fueron al Instituto de Virología de Wuhan porque el presidente de EcoHealth Alliance, el zoólogo británico Peter Daszak, trabaja habitualmente con la doctora Shi Zhengli para almacenar las mayores muestras de coronavirus de murciélagos.
Según los estudios publicados por Shi Zhengli y Peter Daszak crearon ocho clones del virus WIV1 al que añadieron las espigas de nuevos coronavirus hallados en cuevas de murciélagos y dos de ellos se reprodujeron bien.
La investigación tuvo lugar en un laboratorio de categoría BSL-2, el penúltimo en seguridad, para avanzar más rápido
Además, Shi Zhengli y Peter Daszak hicieron sus experimentos en un laboratorio de categoría BSL-2, el penúltimo en seguridad, para avanzar más rápido.
Aunque para crear genéticamente el SARS-CoV-2, en teoría haría falta un virus que fuera un 99 % idéntico y oficialmente, el que se guarda en Wuhan es un 96,4 % similar al SARS-CoV-2, muchos expertos sospechan que pudo haber un accidente en el Instituto de Virología de Wuhan por los experimentos genéticos en laboratorios de menor seguridad y por la opacidad del régimen chino.
Niveles de bioseguridad en laboratorios
Cuatro niveles de bioseguridad:
- BSL-1: Laboratorio con el menor grado de seguridad, para organismos no peligrosos y que solo requieren una bata y guantes.
- BSL-2: Para patógenos moderadamente peligrosos que exigen puertas cerradas, protección ocular y separación de residuos.
- BSL-3: Para patógenos graves como la gripe y el SARS, con puertas dobles de protección, filtrado de aire, trajes especiales y personal bajo vigilancia médica.
- BSL-4: Laboratorio de máxima seguridad para patógenos muy peligrosos como el Ébola, que exigen trajes de protección especial con el aire filtrado.