El monarca español y Rebelo de Sousa conversaron en el Palacio de Belém nada más terminar el almuerzo de gala ofrecido por el jefe del Estado, quien sustituye en el cargo a Aníbal Cavaco Silva.
El encuentro, que inicialmente no estaba incluido en la agenda oficial, permitió a los jefes de Estado de los dos países ibéricos mantener su primera toma de contacto.
El rey de España congratuló al presidente de Portugal por sus nuevas responsabilidades y le transmitió sus mejores deseos para su mandato, que se prolongará durante los próximos cinco años.
Además, subrayó que los dos países son "hermanos", en referencia a los fuertes lazos que los unen y recordó la importancia de las estrechas relaciones bilaterales.
También participaron en la reunión el ministro de Exteriores en funciones, José Manuel García-Margallo, el embajador de España en Portugal, Juan Manuel de Barandica, el jefe de la Casa Real, Jaime Alfonsín, y el consejero diplomático, Alfonso Sanz Portolés.
Este encuentro con el nuevo presidente luso ha puesto punto y final al viaje a Lisboa del rey de España, en el que ha sido su primer desplazamiento al extranjero de lo que va de año.
Felipe VI y el presidente de Mozambique, Filipe Nyusi, fueron los dos únicos jefes de Estado extranjeros presentes en la toma de posesión del mandatario luso.
El monarca español llegó por la mañana a la capital portuguesa y se dirigió directamente al Parlamento, donde fue recibido con honras militares y asistió al acto de investidura.
Después se desplazó hasta el Palacio de Palhavá, residencia oficial del embajador español en Lisboa, donde mantuvo sendos encuentros privados con el presidente saliente de Portugal, Aníbal Cavaco Silva, y el antiguo primer ministro luso António Guterres, quien acaba de presentar su candidatura oficial a la secretaría general de Naciones Unidas.
Posteriormente acudió al Palacio de Belém, donde fue uno de los testigos de excepción de la llegada de Marcelo Rebelo de Sousa a la que será su residencia oficial, ya como presidente.
Felipe VI y el resto de autoridades presenciaron en la "Sala das Bicas" cómo le colocaban al nuevo jefe del Estado la insignia de la Banda de las Tres Órdenes, una condecoración reservada a la máxima autoridad del país, tras lo que fue servido el almuerzo.
El monarca español fue uno de los invitados destacados de la investidura de Rebelo de Sousa, antiguo líder del partido conservador PSD y hasta hace sólo unos meses reputado analista político en televisión.
El nuevo jefe del Estado quiso dar un estilo diferente a su toma de posesión, que tuvo menos boato de lo que era tradicional, tal y como hizo durante la campaña electoral.
Por ejemplo, recorrió a pie la cuesta de acceso al palacio presidencial -y no en coche oficial, como es costumbre- mientras sus hijos hacían fotos desde detrás de la barrera, junto al resto de ciudadanos que esperaban la llegada del nuevo presidente.