"Es un caso de sufrimiento para la niña y para toda su familia", dice el secretario general de la Conferencia Episcopal, José María Gil Tamayo, que no ha querido entrar a juzgar, pero afirma que hay que escuchar a los médicos cuya obligación es la de "aplicar las medidas adecuadas para conseguir el bienestar del enfermo, aún cuando ello pudiera derivarse en el acortamiento de la vida".
"No hay una compasión que lleve a la muerte, la compasión siempre lleva a la vida y a aliviar el sufrimiento. Por tanto, no a la eutanasia, pero no también al encarnizamiento terapéutico", ha afirmado.
La Iglesia ofrece a estos padres el apoyo espiritual que necesiten y se muestra convencida de que habrá diálogo y no se llegará a los tribunales.