El idioma español está plagado de riquezas y singularidades. Tanto es así, que en multitud de ocasiones la Real Academia Española tiene que sacar comunicaciones para aclarar diferentes asuntos.
La historia de la 'Y'?
La letra 'Y', aunque parece sencilla, tiene una historia fascinante que se remonta miles de años atrás. Su origen se encuentra en el antiguo alfabeto fenicio, donde su antecesor era un símbolo llamado 'waw' que representaba el sonido de una "u" o "w". Con el tiempo, este símbolo viajó hasta los antiguos griegos, quienes lo transformaron en la letra 'upsilón' (Υ), utilizándola tanto para sonidos vocálicos como consonánticos.
Pero la historia no termina allí. Cuando el alfabeto latino adoptó esta letra, en la Roma antigua, fue tratada con reverencia y reservada solo para palabras extranjeras, especialmente del griego. De ahí que ahora se la conozca como 'I griega'. En la Edad Media, la Y comenzó a usarse en lenguas romances, representando distintos sonidos.
Lo más curioso es cómo, con los siglos, la 'Y' adquirió una doble identidad: como vocal (cuando suena como una "i") y como consonante (en palabras como "yo" o "yema"). Su recorrido a través de distintas culturas y lenguas la ha convertido en una letra versátil, testigo de la evolución del lenguaje humano.
¿'I griega' o 'ye'?
Esta conclusión va a sorprender a más de uno. La "i griega" nunca ha existido como tal, al menos oficialmente. Su mención se debe a un uso coloquial que se ha ido manteniendo con el paso de los años y se ha ido aplicando en la enseñanza del idioma como forma de mencionar a la letra.
Sin embargo, el nombre que la RAE y la ASALE reconocen a esta letra es "ye", una mención mucho menos extendida que la otra, pero que corresponde a una palabra simple que no se puede confundir con ninguna otra letra y que se adapta perfectamente al abecedario en castellano. Por tanto, la RAE, lo aclara: 'ye' es la forma correcta de mencionar la letra.