Según se desprende del informe 'Sociedad y decisión alimentaria en España', que han presentado el Instituto Universitario CEU Alimentación y Sociedad y Fundación Mapfre, los hogares con menos ingresos y más miembros son los que más han empeorado sus hábitos de alimentación.
El 35 % dice que su situación económica ha empeorado tras la pandemia
Según la encuesta, la mitad (51,7%) reconoce que "no ha variado" su situación económica tras la pandemia, un dato que contrasta con el 35,5%, que asegura que "sí ha empeorado", y con el 12,9% que afirma que "ha mejorado".
La investigación destaca, además, que cuanto menor es el nivel de ingresos, la dieta es de peor calidad, la frecuencia con la que se adquieren productos de menor precio es mayor y disminuye el consumo de alimentos frescos (frutas, verduras y hortalizas), así como carne y pescado.
El porcentaje de personas que han disminuido el consumo de alimentos frescos (53.9%) es notablemente mayor en los hogares con mayor número de miembros, que son en los que por lo general conviven menores y ancianos, los grupos más vulnerables desde el punto de vista nutricional.
El 28,4% reconoce que compra alimentos diferentes según se encuentre a primeros o finales de mes. Y algo menor es el porcentaje que compran en lugares distintos en uno y otro momento del mes (26,2%).
El cambio en los productos de la cesta de la compra y el cambio de establecimiento de compra entre primeros y finales de mes es más frecuente cuanto menor es la edad, cuanto mayor es el número de personas en el hogar y cuanto menor es el nivel de ingresos en el hogar.
Los motivos para elegir el establecimiento de compra de los frescos son calidad y precio. El 23,4% compra más comida preparada para llevar y el 14,4% ha acudido a programas de ayuda alimentaria.
Algo menos de la mitad señala que se lleva la comida preparada de casa y que come menos carne y pescado.
El 30,9% ha disminuido la cantidad de alimentos frescos que consume, como frutas, verduras y hortalizas (53,9% entre los hogares con 5 o más personas). Cuánto menor es el nivel de ingresos, mayor es la frecuencia con la que optan por comprar productos de menor precio, consumir menos carne y pescado y disminuir el consumo de frescos (frutas, verduras y hortalizas).