Su proliferación no está exenta de riesgos

Los huertos urbanos sin control, un riesgo para la salud por la contaminación

El auge de los huertos urbanos, una tendencia en España y Europa, ha revolucionado la forma de alimentación de los últimos años, sin embargo, su proliferación no está exenta de riesgos: el suelo puede ser una fuente de elementos potencialmente tóxicos en terrenos cercanos a áreas industriales, vías muy transitadas y vertederos de basura.

ondacero.es

Madrid |

Huerto urbano | EFE

Dichos huertos representan un riesgo potencial para la salud, por la posibilidad de bioacumular en el suelo elementos y compuestos potencialmente tóxicos que pueden ser ingeridos por los consumidores, ha explicado a EFEverde Andrés Rodríguez, doctor en Ecosistemas Terrestres por la Universidad de Vigo y experto en la materia.

Los suelos urbanos sin control pueden albergar numerosos contaminantes como productos derivados del petróleo, metales pesados como plomo, pesticidas y productos químicos industriales especialmente en terrenos que se encuentran cercanos a áreas industriales, carreteras muy transitadas y vertederos de basura.

Los contaminantes se acumulan en tallo, raíz y/o hojas de las plantas, sin embargo, depende de cada elemento (su comportamiento en el suelo y/o su concentración) y de la fisiología de cada planta, la forma en cómo se bioacumulen, ha explicado.

Para Rodríguez, experto en suelos contaminados por plomo, en los huertos sin control no se dan las condiciones apropiadas para reducir los riesgos tóxicos de los suelos como, por ejemplo, cultivos bajo invernadero (evitan la contaminación del aire) y la elaboración de análisis previos que avalen la viabilidad de los terrenos y de las especies a cultivar.

Según datos de Ecologistas en Acción, en los últimos años se ha constatado en España el espectacular crecimiento experimentado por la horticultura urbana en todas las autonomías, especialmente en Andalucía, Cataluña, Madrid y Comunidad Valenciana, y son las ciudades de Barcelona y Madrid, las que cuentan con un mayor número de zonas.

Un ejemplo claro de esta gran demanda es el sorteo, el próximo mes de febrero, de 123 huertos urbanos familiares ubicados en una parcela municipal del municipio madrileño de Alcobendas para los que se han registrado más de 800 solicitudes.

Respecto a las posibles enfermedades, que la ingesta de cultivos contaminados pudiera originar -ha matizado- que en las huertas suelen encontrarse niveles relativamente bajos, por lo que sería necesaria una elevada ingestión para causar un efecto toxicológico.

En este sentido -ha añadido- que las sustancias tóxicas que más le preocupan son los contaminantes orgánicos, como los Hidrocarburos aromáticos policíclicos o los policlorobifenilos (PCBs), mientras que el plomo ha pasado a un segundo lugar, entre otras razones, debido a que las gasolinas ya no contienen dicho elemento.

A pesar de ello -ha detallado- el plomo es aún un contaminante de preocupación ambiental, al igual que otros contaminantes derivados del tráfico rodado como el cobre o el zinc.

La ventaja de estos contaminantes orgánicos, frente a los inorgánicos (metales), es que no se transfieren a las plantas con tanta facilidad, aunque en contraposición, el análisis para detectarlo es mucho más caro y más complicado de evaluar.

Para el experto, en el caso de grandes urbes y con problemas de contaminación atmosférica recurrente como pasa en Madrid, "los huertos urbanos no son la mejor opción" y antes de realizar uno ha aconsejado analizar las características específicas de cada huerta y los tipos de cultivo.

Rodríguez ha incidido, en que pese a los problemas que puede suponer el cultivo en suelos tóxicos, "no se posiciona en contra de estos," debido a que son una herramienta educativa o de pasatiempo muy buena e incluso -ha augurado- que al ritmo que sucede la pérdida de suelo fértil, no existirá en el futuro otra alternativa que cultivar en ciudades.

Las mejores prácticas para el cultivo urbano pasarían por construir parcelas alejadas de las vías, agregar materia orgánica y mantener el pH del suelo y en cuanto a los frutos, pelarlos, quitar las hojas y lavar a fondo el producto para eliminar los contaminantes superficiales.