Han pasado casi 14 años de un crimen que conmocionó a España, el asesinato de los niños Ruth y José a manos de su padre José Bretón. El crimen se produjo en octubre de 2011 en la finca cordobesa de Las Quemadillas, donde el individuo quemó los cuerpos de sus dos hijos de seis y dos años.
Bretón fue condenado a 40 años de presión por doble asesinato y la sentencia consideró probado que el crimen fue premeditado, entre otras cosas, porque unos días antes compró medicamentos que usó para adormecer a los niños.
En los próximos días se publicará el libro 'El odio', de Luisgé Martín, en el que se hace una crónica del crimen después de haber estado en contacto por carta durante más de tres años con Bretón, al que llegó a visitar en la cárcel.
En las conversaciones con el escritor Bretón asegura que sus hijos no sufrieron y comprobó que los pequeños ya no respiraban antes de poner sus cuerpos en el fuego. "No se enteraron de lo que iba a pasar. Confiaron en mí. No hubo miedo ni dolor ni ningún tipo de sufrimiento", explica.
El asesino cuenta, además, que quiso que sus hijos "murieran sin sufrimiento y que los cuerpos desaparecieran luego para que no los encontraran. Sin cadáveres no hay crimen, eso está en cualquier novela policiaca. Tenía los medicamentos y tenía la leña en la finca, solo tuve que comprar el gasóleo".
Bretón explica también cuál fue el motivo que le llevó a acabar con la vida de sus hijos de esa manera tan solo unas semanas después de que su esposa, Ruth Ortiz, le comunicara su intención de divorciarse. "Cuando Ruth me abandonó entré en cólera. Al principio no tuve pensamientos extraños, pero después se fue abriendo paso la idea del asesinato (…) Los maté por impaciencia. Necesitaba que esa situación se acabara, que desaparecieran las dudas y la incertidumbre", confiesa.
Reconoce al escritor que se arrepintió "al mismo pie de la hoguera" de lo que había hecho, que define como una "monstruosidad". "Ojalá hubiera podido dar marcha atrás en ese momento. Pero ya no había remedio", explica.