La chica, de Nueva Gales del Sur, en Australia, padecía un sarcoma de Ewing, un tipo de cáncer en los huesos y alrededor de ellos. En la carta describe la extraña sensación de aceptar la muerte a una edad temprana cuando en realidad lo que quería era vivir.
Según Holly, el objetivo de la carta era concienciar a la gente que la leyera de que hay que despreocuparse del “estrés sin sentido en la vida” y hacer que el tiempo sea algo “digno y grandioso”. Además, animaba a todos a donar sangre para facilitar y alargar la vida de personas que padecen lo mismo que ella. "Piensen lo afortunados que son de poder respirar". Así es como la joven terminaba su carta y en su intento de transmitir un mensaje al mundo.