El Mad Cool arranca empañado por las largas colas y el caos en las entradas
El arranque de Mad Cool 2018, con el ansiado retorno a la capital de Pearl Jam y el traslado a un nuevo recinto a la altura de las grandes citas mundiales, se pintaba de partida como un día para la historia que, al final, ha empañado el caos de una organización ineficaz para una apuesta tan gigante.
En las primeras horas de la jornada, que aspiraba a recibir a 80.000 personas con todos los abonos y entradas agotados desde hace meses, los protagonistas de las charlas y las redes no eran las actuaciones de Eels o Fleet Foxes, sino quejas por las caminatas e imágenes de largas colas de varios kilómetros al sol en julio, en competencia con atascos de más de 1 hora para acceder al párking.
Una vez dentro, las críticas no han cesado por molestias derivadas de la movilidad en algunos puntos de este recinto pese a sus 200.000 metros cuadrados de extensión, el mejunje de sonidos simultáneos de varios conciertos, fallos en las cobertura de datos (incluso en la sala de prensa) y más esperas interminables en los puestos de comida, hasta en las zonas VIP.
Conforme han transcurrido las horas, el alcohol y la música, con agentes balsámicos como Eels, Leon Bridges o Tame Impala, el espíritu de festival y las ganas de disfrutar han terminado imponiéndose a tiempo para que a las 23.25 horas arrancara el concierto estrella: Pearl Jam.
Los de Seattle han llegado a Madrid 11 años después de su última visita a la región, concretamente al Festimad de 2007 en Móstoles, que coronaron a su vez un año después de recalar en la capital con un concierto en el Palacio de los Deportes.
En una gira en la que alternan grandes espacios con festivales, en Mad Cool han ofrecido un menú diferente a aquellos que asistieron hace solo dos días al Palau Sant Jordi de Barcelona, algo más concentrado en número de platos (con 24 cortes y dos horas de música frente a los 30 de la Ciudad Condal) pero igual de potente en sabor.
Porque el concierto, que ha arrancado con "Release" y "Elderly Woman Behind the Counter in a Small Town", en penumbra y con la inconfundible voz de Eddie Vedder en su tesitura más reflexiva, se ha explayado en los trabajos de su eclosión junto a Nirvana como grandes embajadores del "grunge", con especial incidencia en el seminal "Ten" (1991), del que se han dejado poco por tocar.
Entre bellos planos de cámara que han incluido perspectivas cenitales y contrapicados, a la altura de su leyenda, el grupo ha ofrecido un completo viaje con momentos de pura exaltación roquera, como "Do The Evolution", la aplaudida "Corduroy" o "Around the bend", que ha puesto al público a botar, y otros para el recogimiento, como "Sirens", de su último disco.
En todos ellos, la expresión de Vedder reflejaba un aparente empeño por dar lo máximo, ya fuese articulando las cuerdas o la garganta, y su empeño por chapurrear el español se ha ganado del todo a la concurrencia cuando, botella en mano, ha lanzado "un brindis por la primera noche de festival" para celebrar que, como le habían adelantado, "habría mucha gente loca" con ellos.
"Eso espero, porque me encanta España y yo adoro la locura. ¡Un gran abrazo a vosotros, mis amigos locos!", ha exclamado entre vítores.
Espoleados por el músculo de la batería de Matt Cameron, ha sido esta también una noche de guitarras, con Mike McCready en estado de gracia y disputándole el protagonismo al mismísimo Vedder, como este ha señalado. "Esta canción (por 'Even flow') la tocamos aquí hace años en la sala Revólver. Si no le visteis hacerlo entonces, no sabéis cómo la toca ahora", ha anticipado.
Entre todo ese material inveterado ha cabido también lo primero que graba la banda desde "Lightning Bolt" (2013), el recientísimo "Can't deny me", alegato contra Donald Trump que han dedicado a "todas las mujeres fuertes del público que van a cambiar el mundo".
Como refuerzo a ese mensaje feminista, el cantante ha dado paso a un vídeo de sus "amigos Javier (Bardem) y Luis (Tosar)", en el que han subrayado lo que se ha hecho máxima estos días en titulares y manifestaciones populares: "Si dicen no es no y si no te dicen que sí, también es no".
Con proclamas a favor de la música y contra todos aquellos que convierten en un problema la raza, el género o la orientación sexual ("¡Que les den!", ha gritado el cantante), el show ha llegado a su
final, redondeado con la imprescindible "Alive" y, como sorpresa, con una versión de "Rockin' in the free world" de Neil Young, hito sonoro de la primera edición del festival.
A su término aún quedaba más música con Kasabian, MGMT y Justice entre otros, música que continuará este viernes, de nuevo con todo el aforo completo y expectación tanto por los conciertos de Jack
White, Arctic Monkeys, Alice In Chains y Massive Attack, como por resolver una pregunta que muchos se han hecho en alto en esta jornada: "¿Y mañana, cómo venimos?".