Son la generación mejor preparada de la historia, con todo el saber a su alcance y muchas más posibilidades de conocimiento y recursos que los que tuvieron sus padres y sus abuelos, pero la historia no les acompaña. La sucesión de crisis económicas y eventos disruptivos (pandemia, guerras, crisis climática...) coloca a los jóvenes de entre 18 y 34 años en un clima de pesimismo que abarca no sólo su presente sino también su futuro.
La Friedrich Naumann Foundation ha analizado y comparado las percepciones en siete países mediterráneos: España, Italia, Portugal, Líbano, Marruecos, Túnez y Jordania y aunque en muchas de las gráficas el nuestro se convierte en país privilegiado, las cifras nos bajan a una realidad poco optimista.
La mayoría se ve en una situación financiera comprometida
La radiografía muestra que sólo el 42% de los jóvenes españoles dice ser capaz de cubrir adecuadamente sus gastos básicos; más aún, afirman que "su situación financiera es comprometida". Esto tiene un impacto directo en cómo viven su tiempo: uno de cada tres encuestados no puede costearse gastos de ocio. Menos aún ahorrar para emergencias (sólo puede hacerlo el 30%) y menos aún a largo plazo (sólo el 24%).
Con estas cifras, plantearse la emancipación es todo un reto. Aunque a los 18 años un 20% de los jóvenes españoles vive ya de un modo independiente y esa curva va creciendo hasta los 27 años, en que el porcentaje de jóvenes emancipados supera al de quienes siguen viviendo con sus padres, el ritmo se frena bruscamente a partir de ahí. A los 30 años uno de cada tres jóvenes no se ha independizado y tampoco el 20% a los 35 años
Las razones tras este dato son fundamentalmente económicas. Sólo el 16% de los consultados se queda en casa paterna por elección familiar o personal. En el resto son razones financieras las que les empujan. La falta de ingresos propios y la poca capacidad de ahorro son los principales factores que explican la emancipación tardía. Hay también un porcentaje que atribuye a los estudios el no plantearse dejar la casa familiar.
Sin opciones de emancipación cara al futuro
La baja tasa de emancipación no parece tampoco tener visos de solución a corto plazo, a tenor de los datos de esta encuesta. En el horizonte de un año, la mayoría de los jóvenes españoles (67%) perciben una probabilidad baja o muy baja de emanciparse. Hay que irse a un horizonte de cinco años para encontrar un dato que supere el 50% de opciones de emancipación. Y de diez años para darle la vuelta a la encuesta y encontrar el 71% de opciones de vivir independiente.
¿Qué ocurre con ese porcentaje de jóvenes que sí se van independizando? Pues que sólo el 20% cuenta con vivienda propia y con hipoteca. El 31% vive de alquiler y otro 25% en un piso propiedad de la familia. Quienes cuentan con una vivienda en propiedad, el 65% la consiguieron con ayuda de algún familiar y España tiene la edad de compra de vivienda más alta de los siete países analizados: 25,3 años.
Optimistas en que la situación mejore
La encuesta se pregunta también por el efecto que estas cifras provocan mirando al futuro y asoma ahí un hálito de optimismo. Mirando a cinco años vista, el 62% de los jóvenes creen que su capacidad de gasto será buena o muy buena y que incluso estarán en disposición de ahorrar a largo plazo. En este punto influye mucho la brecha educativa. De los jóvenes españoles con estudios universitarios, sólo el 11,8% cree que tendrán dificultades para cubrir gstos básicos, pero este porcentaje llega al 29,3% entre quienes sólo han completado la educación secundaria.
Y ese optimismo moderado respecto a su situación personal choca de frente con el pesimismo al preguntarles por el futuro del país. El 42% de los jóvenes españoles evalúa el futuro del país a veinte años como de declive. Y aunque a presente consideran que el nivel de prosperidad es aceptable, sí puntualizan "que está mal repartido". Hablan las cifras: El 20% considera que el nivel de riqueza y prosperidad del país es alto o muy alto. El 61% cree que el reparto de esa riqueza y prosperidad es desigual.
Al preguntarles por las perspectivas optimistas cara al futuro, los encuestados enfocan las oportunidades en tres grandes retos: transición verde, digitalización y envejecimiento.