Los médicos de atención primaria detectan un aumento de casos de depresión ligados a la soledad no deseada. Especialmente entre los jóvenes de entre 16 a 34 años. Los traumas infantiles disparan el porcentaje de probabilidades de sufrir de adulto un problema de salud mental. Son dos de los factores más emergentes según están contando en este Seminario Lundbeck, aunque ambos son también evitables.
Integrar preguntas sobre la soledad en las consultas permitiría aproximarse mejor al estado de la salud mental del paciente; de la misma manera, antes del diagnóstico deberían valorarse los demás factores psicosociales de riesgo, como los episodios traumáticos en la primera infancia, pero también los rasgos de personalidad que predisponen a la depresión, así como los biológicos.
La soledad no deseada que afecta al 14% de la sociedad, al 38% de los jóvenes multiplica por cinco el riesgo de padecer depresión y también sufrir violencia en la infancia.
Una de cada cinco personas sufrirá una depresión a lo largo de su vida. La prevalencia es muy superior en las mujeres.
Los traumas psicológicos en la infancia multiplican por cuatro el riesgo de depresión
Las personas marcadas por traumas psicológicos en la infancia tienen cuatro veces más probabilidades de desarrollar depresión en el futuro y responden peor al tratamiento y a la remisión de la enfermedad, sobre todo si la mala experiencia se ha producido antes de los siete años.
Cuanto más crónico sea el episodio traumático, más riesgo de que la enfermedad se alargue de por vida, según han expuesto profesionales de la salud mental. Además, pasar por uno de estos traumas, duplica y puede llegar a quintuplicar, el riesgo de suicidio infantil, adolescente o adulto.