La técnica, inspirada en el sistema inmunológico de las bacterias y en cómo éstas se defienden de los virus, fue descubierta por el profesor español Francisco Martínez Mojica, y posteriormente, Charpentier y Doudna demostraron que tenía un uso potencial como herramienta universal de edición genómica.
Además, esta técnica de edición del genoma recorta -meses e incluso años- el tiempo necesario hasta ahora para alterar el ADN a voluntad, por lo que muchos se han referido a ella como la democratización de la edición genética que ha colocado esta tecnología al alcance de cualquier laboratorio de biología molecular.
Para Mojica, este premio es "un reconocimiento a la investigación básica más pura que existe", que además permitirá curar enfermedades genéticas y que ha abierto la puerta a futuras terapias capaces de combatir trastornos como el cáncer o el sida.