Con el paso del tiempo, la tecnología ha sido uno de los campos donde más se ha avanzado, logrando grandes avances como en salud, innovación o investigación, entre otras. De este modo, en sectores como el I+D+i de la automoción, se han ido incorporando mejoras tecnológicas en la funcionalidad del vehículo desde elementos de seguridad como los Sistemas de Ayuda a la Conducción (ADAS) hasta elementos del habitáculo como pantallas táctiles o elementos de carga. Bajo este último, un artículo de 'El Motor' afirma que aunque pueda suponer una ventaja, también tiene una serie de consecuencias, sobre todo en las baterías.
Baterías muy sensibles
El principal problemas de los teléfonos móviles y su carga en el automóvil son las baterías, ya que están hechas de iones de litio en su mayoría. Esto supone un avance respecto a las anteriores, hechas de níquel-cadmio, que tenían ciclos de carga (cargando y descargando al máximo la batería) y una vida útil muy limitados.
El problema está en la sensibilidad de estas baterías a las temperaturas, no deben estar expuestas a condiciones por encima de los 40 grados, una cifra que se sobrepasa normalmente en verano, ni por debajo de los -10º. Además, si se sobrecarga el dispositivo, por ejemplo al estar mucho tiempo enchufado, puede hacer que se prenda fuego por su disolvente orgánico que es altamente inflamable.
Otros problemas relacionados
Recargar el móvil en el coche también tiene otra serie de inconvenientes, sobre todo enfocados al dispositivo electrónico.
El primer inconveniente viene de la mano de los puertos USB. Este tipo de entrada fue diseñado para trabajos que no supusieran mucha potencia a la hora de la carga y que no fuese constante la transmisión de la energía, como un reproductor MP3.
Otro punto sería la familiaridad del cargador. Un teléfono móvil ha sido diseñado especialmente para cargarse de la mano de su enchufe y cable por la potencia que ofrecen. Esto suele ocurrir habitualmente en los vehículos además de no desconectarse cuando la carga se completa.
Por último, esto no solo ocurre con el cable y el puerto, sino también con los cargadores inalámbricos. Esta modalidad de carga se ha ido popularizando cada vez más implantándose al principio en automóviles de gama alta hasta generalizarse. Esta innovación supone un mayor esfuerzo del teléfono además de crear más calor y más energía ya que, según un estudio de OneZero, un teléfono móvil de la mejor calidad necesita un 47% más de energía para cargarlo entero.