La pandemia de coronavirus ha tenido otros efectos colaterales: el miedo a contagiarse en los hospitales ha retrasado la atención de otras dolencias como las cardiacas y ha tenido consecuencias nefastas.
Según un estudio de la Sociedad Española de Cardiología, la crisis sanitaria ha duplicado la mortalidad por infarto en los hospitales y también el tiempo desde que se detectan los síntomas hasta la primera asistencia médica.
En los momentos más críticos de la epidemia, los pacientes tardaron hasta 33 minutos más en llamar a emergencias, acudir al hospital o, incluso, acercarse a un centro de salud con síntomas de infarto.
Las atenciones hospitalarias por esta dolencia se redujeron un 40% durante la primera semana de estado de alarma y un 28% en las siguientes.
El cardiólogo y presidente de la Sociedad Española de Cardiología, Ángel Cequier, recuerda que ante un infarto el tiempo es vital porque "la herida que se produce en el corazón cada vez es más extensa y se hace cada vez más irreversible, con lo que el corazón queda con una disfunción muy importante que en la fase aguda puede provocar la muerte del paciente".
En los últimos meses y a causa de la crisis sanitaria también se han anulado consultas, revisiones e intervenciones quirúrgicas.
Estas demoras no producen impacto en el número de infartos, aunque sí en otras patologías cardiacas. Según los cardiólogos, los efectos de esto se verán a medio y largo plazo.
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