Como cada año, durante la noche del 12 al 13 de agosto, la Tierra atravesará la cola del cometa Swift-Tuttle, llamado así en honor a los dos astrónomos que lo descubrieron en julio de 1862.
Según la NASA, el Swift-Tuttle es el mayor cuerpo que cruza la órbita de nuestro planeta y es posible que colisione con ella en los próximos dos milenios. Para que se hagan una idea de las consecuencias, el asteroide que acabó con los dinosaurios medía 10 kilómetros de diámetro y este alcanza los 24. También es una ocasión perfecta para salir al campo e intentar tomar unas fotografías espectaculares.
Cuando en los próximos días atravesemos la trayectoria del cometa, los fragmentos desprendidos del mismo entrarán en nuestra atmósfera ardiendo y desintegrándose. El resultado: la frecuencia de estrellas fugaces pasará de las 80 por hora normales en una noche de verano, a más de 400.
Esto no quiere decir que vayamos a ver esa cifra, ya que caen en ambos hemisferios y con la calima el horizonte efectivo se reduce, pero sí que la cifra se quintuplicará respecto a lo habitual. Resalto esto porque el amarillismo de algunos medios en estas fechas, unido al término “lluvia de estrellas”, hace que los que salen a contemplarlas por primera vez vuelvan siempre decepcionados.
Los fragmentos más grandes darán lugar a espectaculares bólidos cuyos trazos cubrirán parte del cielo, pero no se preocupe si no los ve. Al día siguiente, mis amigos del observatorio toledano de La Hita colgarán los vídeos gracias a su sistema de seguimiento automático de bólidos.
Como en toda lluvia de estrellas, éstas tienen un radiante u origen que, en nuestro caso, está en la constelación de Perseo (de ahí el nombre de Perseidas). El radiante es el punto desde donde parecen proceder y en el que confluyen casi todos sus trazos.
Perseo es una constelación situada a la derecha de la doble W de Andrómeda. Para el que no tenga ni idea de leer el cielo, basta con que coloque la tumbona mirando hacia el norte hasta las 3 AM y hacia el cénit norte pasadas las 4 AM.
¿Dónde voy a verlas y qué me llevo?
Aunque puede verlas tumbado en la azotea de su casa, si pretende fotografiar las Perseidas necesitará unos cielos oscuros y sin contaminar. Toca meter en el coche una tumbona, trípode, cámara (preferiblemente réflex) y cable de disparo (si es posible con [intervalómetro]. También un par de baterías bien cargadas, ya que mientras expone la cámara consume batería.
Una pequeña linterna, pantalones y calcetines largos (por los bichejos) y una nevera con bebidas tampoco están de más. Si no conoce el paraje donde desea ir, que ha de ser alto, oscuro y limpio de luces hacia el norte, vaya antes de que anochezca para localizar barrancos y otros peligros que puedan amargarle la noche.
Una vez instalado, monte la cámara en el trípode y encuadre la mayor cantidad de escena posible con el objetivo de la distancia focal más corta que tenga (entre 12 y 24 mm). Enfoque al infinito, desconecte el autofoco y procure no tocar el objetivo en toda la noche, ni siquiera el zoom, si no quiere volver con una colección de fotos desenfocadas.
El balance de blancos ideal es el de tungsteno de 3 200ºK. O sea, el del icono de la bombillita. Si su equipo lo permite, dispare en formato RAW. Desconecte en el menú de la cámara el sistema de reducción de ruido por larga exposición, ya que se basa en el sistema de sustracción de darks. Si no lo hace, tras cada exposición de 30 segundos, la cámara se quedará bloqueada otros 30 segundos mientras expone y sustrae el dark.
Velocidades lentas
El ISO mínimo de la cámara ha de ajustarse a 400 y, si su cámara es nueva (menos de 2 años) y de calidad, súbalo a 800 o incluso 1 000. Use el programa Manual. Cierre el diafragma un punto por encima de la apertura máxima sin superar nunca el f/5.6. Ajuste un tiempo de exposición entre 15 y 40 segundos en función de la distancia focal del objetivo. Para lentes de entre 10 y 20 mm dispare entre 25 y 40 segundos. Para focales de entre 20 y 28 mm ajuste el obturador entre 15 y 25 segundos.
Podemos usar velocidades tan lentas porque, como todas las estrellas giran alrededor de la Polar (norte) y encuadramos ese sector del cielo, su velocidad angular es menor y no saldrán movidas. Ajuste el obturador a una velocidad más rápida si ve que las estrellas del margen del encuadre aparecen como trazos en vez de puntos. O si con la contaminación lumínica el cielo le sale lechoso en vez de negro. Si tiene intervalómetro, prográmelo para que haga una foto cada 20 segundos para que se enfríe el sensor en ese intervalo. Lo normal es que cada 100 disparos capte entre 5 y 8 fotos con estrellas fugaces.
Le aconsejo que incluya en la base del encuadre algún objeto del horizonte. Un árbol, un campanario abandonado, unas ruinas… cuya negra silueta le dará a las fotos un toque más artístico y una referencia visual sobre tamaño de la escena.
Sobre todo, disfrute contemplando la bóveda celeste mientras degusta una copa. ¡Ah!, al irse revise con la linterna el entorno para recoger todo y no tener que volver al día siguiente en busca de la cartera o de la tapa del objetivo.
Luis Monje, Profesor de fotografía científica, Universidad de Alcalá
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.