Las generaciones que vienen, según el barómetro de la infancia y adolescencia de UNICEF, creen que los políticos no son parte de la solución y están muy concienciados con las desigualdades de género. Además, comen mejor, se cuidan más y practican más deporte que la generación de sus padres.
En el caso de los milenials, la estabilidad emocional es su punto más débil. Según otro informe de la Fundación Maprhe, 6 de cada 10 jóvenes (de 20 a 35 años) reconocen sufrir episodios de estrés o ansiedad, y el 20% llega a desarrollar depresión. Según el doctor y asesor médico de Maprhe Luis Delgado, es la generación de los sueños rotos: están muy preparados, aunque tienen un nivel de autoexigencia muy alto.
La cara B de una generación que -pese a ser a cuidarse más- sigue registrando un alto índice de fumadores: el 41% de los milenials está enganchado y el 34% confiesa se ha drogado alguna vez. Datos igual de preocupantes sin nos fijamos en la última encuesta del plan nacional sobre drogas, que alerta del aumento del consumo de cannabis en cigarrillo electrónico entre los estudiantes de secundaria.
El estudio revela además que el alcohol sigue estando muy presente (7 de cada 10 han bebido en el último mes), y aunque aumenta el consumo de cannabis, la cocaína cae a mínimos históricos.