La Encuesta Nacional de Salud constata un envejecimiento de la población y, por tanto, el aumento de enfermedades asociadas, como la hipertensión.
Suben diabetes, colesterol, obesidad y desciende significativamente el número de fumadores hasta su mínimo histórico, aunque continúan fumando a diario uno de cada cinco ciudadanos.
También se produce una bajada en el consumo de alcohol, aunque no entre los jóvenes. Tomamos más fruta que antes, pero no tanta verdura como deberíamos. Y tenemos malas cifras en sedentarismo y consumo de bebidas azucaradas.
El envejecimiento de la población se traduce en un aumento de las enfermedades crónicas y son las mujeres las que, a pesar de sus hábitos más saludable, tienen peor salud.
Según Mercedes Alfaros, subdirectora general de Información Sanitaria, "porque vivimos más cuando hacemos la media de cómo nos sentimos, tenemos más problemas de salud. También hemos desempeñado y desempeñamos durante muchísimo tiempo, dobles y triples papeles: trabajamos, el hogar, somos cuidadoras".
Uno de cada diez adultos ha tenido algún problema de salud mental, sobre todo ansiedad o depresión, y tres de cada diez mayores de 65 años, sufre algún grado de deterioro cognitivo.