El frío intenso ha llegado a España y parece que se mantendrá así hasta finales de enero. Una serie de patrones climatológicos explican estas bajas temperaturas. Uno de ellos es el denominado calentamiento súbito estratosférico (CSE).
Este calentamiento súbito es un aumento muy rápido de las temperaturas en la capa alta de la atmósfera con un ascenso de más de 25 grados en menos de una semana. Esto no nos afecta directamente, sin embargo, impacta en el vórtice polar, que sí genera efectos importantes en la temperatura en la superficie terrestre.
¿Cómo influyen los CSE en el vórtice polar?
El vórtice polar estratosférico es una estructura de vientos intensos que hace de barrera entre el frío de los polos y los climas más templados de latitudes medias. El término vórtice se refiere a la rotación con sentido contrario a las agujas del reloj, que permite que el aire frío se mantenga cerca de los polos. Cuando es invierno en el hemisferio norte, el vórtice polar suele expandirse, enviando así el aire frío hacia el sur junto a la corriente, lo que se asocia a las olas de frío extremo.
Esta situación se ve afectada por estos "calentamientos súbitos estratosféricos (CSE)", ondas que se originan en la troposfera y que, cuando se propagan a la estratosfera, aumentan las temperaturas de los polos y hace que se modifique el comportamiento en el vórtice polar lo que provoca que se mueva e incluso que se rompa. En caso de rotura, se libere gran parte de esos vientos fríos fuera de los polos. Este desalojo de aire frío del ártico se desplaza por el hemisferio.
Tras los calentamientos súbitos, lo habitual es que la previsión indique días de temperaturas muy bajas y un aumento de las precipitaciones en la Península Ibérica