Desde que el coronavirus dio el salto a la especie humana hace más de dos años, cada cierto tiempo han ido apareciendo nuevas variantes derivadas de la cepa original de Wuhan.
Actualmente, la variante dominante en el mundo es Ómicron y su sublinaje BA.2, pero antes de ella lo fue Delta o Alpha. Esto demuestra que el SARS-CoV-2 evoluciona constantemente a medida que se producen mutaciones que ocurren al azar a una determinada tasa durante la replicación de su genoma.
No obstante, la mayoría de las nuevas mutaciones acaban desapareciendo al poco tiempo sin que lleguemos a detectarlas. Solo un reducido número consigue aumentar su presencia en la población alcanzando un nivel suficientemente importante como para que podamos encontrarlas y monitorizarlas.
Pero, ¿qué hace que unas variantes "triunfen" y otras queden en el olvido? La clave está en dos factores: el azar y su efectividad biológica o 'fitness'.
¿Qué es el fitness o eficacia biológica de las mutaciones?
El azar y la eficacia biológica condicionan el destino final de las nuevas variantes. En el caso de la suerte, además, esta influye doblemente, tanto en la aparición de nuevas mutaciones como en su destino, lo que dificulta saber qué pasará en el futuro con las nuevas variantes.
Por otro lado, existe una característica biológica de las nuevas variantes, llamada eficacia biológica o "fitness", que también influye en el destino final de las nuevas mutaciones. Se trata de la capacidad que tiene dicha variante para dejar más descendientes que sus predecesoras.
La mayoría de las mutaciones provocan que el virus sea menos infectivo y se replique más despacio. Sin embargo, en algunas ocasiones su efectividad biológica hace que la mutación funcione mejor, escape mejor a la inmunidad generada por las vacunas o permita la reinfección de quienes ya pasaron la enfermedad.
Así la variante Ómicron y sus sublinajes tienen más eficacia biológica que la variante Delta porque al ser más contagiosa y eludir mejor la protección de las vacunas o la inmunidad por una infección previa, termina creando un número mucho mayor de nuevos virus.