El perro lobo checoslovaco surgió tras un programa experimental militar en 1955 a partir de 40 pastores alemanes y cuatro lobos de los Cárpatos. El experimento estaba destinado a crear una raza con lo mejor de las dos partes: obediencia, resistencia, astucia, sociabilidad y constitución del lobo.
Un ingeniero cruzó a las dos razas con animales procedentes de las perreras de la Guardia Fronteriza de República Checa. El objetivo era que los perros aguantaran las extensas y cansadas jornadas de patrullas en una zona con la climatología adversa. Se considera que el experimento fue fallido. Pese a que resultaron infatigables y con un físico portentoso, la nueva raza dejaba atrás a sus guías por lo que su crianza fue muy complicada y requería más tiempo del que disponían.
Es una raza con una inteligencia muy alta. Necesitan una socialización temprana y un alto nivel de estimulación física y mental. Su marcado temperamento es otra de las características. Por tanto, los propietarios que tengan un perro lobo checoslovaco deben dedicarle mucho tiempo a su crianza y a cubrir su necesidad de actividad física. No están recomendados para propietarios primerizos. Si se cumple con estas condiciones, es un ejemplar muy leal e inteligente aunque con dificultad para la relación fuera del ámbito del hogar.
Su desconfianza y temperamento viene heredada de la parte del lobo por lo que la manada o la jerarquía son conceptos importantes. Por eso, el propietario debe marcar que es el líder absoluto del escalafón jerárquico para que el perro lo tenga claro. Del mismo modo, suele mostrarse dócil y amable con niños y cachorros.
Su peso adulto suele rondar los 26 kilos en machos y los 24 en las hembras. EL pelaje en la mayoría es gris. Su mirada penetrante y la ausencia de ladridos son otras de las particularidades del perro lobo checoslovaco.
