Pulsar el botón de 'snooze' (posponer) es una forma común de dar comienzo al día, pero poco se sabe sobre este comportamiento. Muchas son las personas que cuando les suena la alarma por la mañana la posponen y van alargando "esos cinco minutos más". Según una encuesta realizada por Journal of Sleep Research, el 69% de los encuestados declararon que utilizaban la función de repetición de alarma o programar varias alarmas al menos "a veces".
Hasta ahora los expertos en medicina del sueño abogaban por limitar el uso de la opción de posponer. Argumentando que interrumpe el sueño y no aporta un descanso extra. Además, aseguraban que con ello aumentaba también la "inercia de sueño" un estado en el que las capacidades cognitivas y emocionales están alteradas justo tras despertar. Pese a que recomendaban levantarse al sonar la primera alarma, en realidad, pocos son los datos que se tienen sobre si puede o no llegar a ser perjudicial para la salud.
Ahora, un estudio publicado en la revista Journal of Sleep Research rebate esta idea generalizada. Mediante dos estudios se han determinado los factores predictivos y los efectos de posponer las alarmas. Una de las conclusiones que han obtenido es que 30 minutos de dormitar mejoran o no afectan al rendimiento cognitivo al levantarse en comparación con un despertar más brusco.
Disminuye los efectos somnolientos
Explican en el análisis que si la primera alarma interrumpe el sueño de ondas lentas o el sueño de movimientos oculares rápidos, la conocida fase REM, el dormitar nos da la oportunidad de alcanzar un sueño más ligero antes de tener que despertarnos por completo. Lo que podría llegar a facilitar el tener que levantarse e incluso disminuir los efectos somnolientos.
Los resultados demuestran que atrasar la alarma es algo común. Aunque, los indicios señalan que este periodo de "siesta" se aprovecharía mejor durmiendo, teniendo en cuenta los efectos perjudiciales de un sueño fragmentado.
El análisis también muestra que presentan más tendencia al 'snooze' las personas más jóvenes, que necesitan más tiempo para protegerse de los efectos de la inercia del sueño.
Se indica en el estudio que todavía se necesitan más pruebas para corroborar si posponer la alarma podría tener mejoras en la función cognitiva. Pero, dejan claro que no provoca alteraciones.