Con la llegada del verano y las temperaturas elevadas, la sed se convierte en una compañera constante de nuestros entrenamientos deportivos. Es común que, en nuestro intento por aplacarla, recurramos a sorbos de agua muy fría, casi congelada, creyendo erróneamente que es la solución más efectiva para rehidratar nuestro cuerpo agotado.
Sin embargo, ¿alguna vez te has detenido a considerar los posibles riesgos que puede implicar la ingesta inmediata de agua extremadamente fría tras la actividad física?
Contrario a lo que podríamos pensar, el agua congelada no es siempre nuestra mejor aliada tras el ejercicio. Daniel Álvarez, licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (CAFYD) y entrenador actual en el centro deportivo Altafit Pozuelo, sostiene que consumir agua muy fría de manera inmediata después de entrenar puede provocar un corte de digestión. Esto se debe a un reflejo cardíaco que reduce las pulsaciones, especialmente durante los meses de verano.
De acuerdo con el experto, esta acción puede llegar a desencadenar una parada cardiorrespiratoria en casos extremos, aunque esta posibilidad es bastante baja. En general, es más probable experimentar un espasmo a nivel coronario, "que no está directamente relacionado con la bebida en sí, sino con la temperatura extremadamente fría", añade Álvarez.
El impacto del consumo de agua congelada en el cuerpo
Daniel Álvarez explica que beber agua es fundamental, ya que mejora la circulación de la sangre en el organismo. Por lo tanto, oxigena de forma más veloz a nuestras células y permite recuperarnos antes, algo indispensable después de un ejercicio intenso.
Además, resulta fundamental tener en cuenta que, cuando la deshidratación supera un rango del 1% al 3% del peso corporal, nuestro rendimiento en el entrenamiento se ve afectado negativamente. Por lo tanto, el agua desempeña un papel vital en este proceso, "ya que conduce el calor a nuestra piel, permitiendo que el sudor se evapore y de esta manera, el cuerpo reduce su temperatura", añade.
Además, de acuerdo con el experto en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, después de hacer deporte es normal que tengamos una intensa sed. El cuerpo -dice- demanda agua, pero la rehidratación no se trata solo de restituir el agua que hemos perdido.
"No podemos olvidar la importancia de las sales minerales", subraya Álvarez. "Si simplemente ingerimos agua fría, no estamos satisfaciendo esta necesidad, y esto puede conducir a una condición llamada hiponatremia". Esta deficiencia de minerales puede generar un desequilibrio en nuestro cuerpo y dar lugar a malestar, calambres y mareos.
Además, para el cuerpo, el agua fría puede resultar agresiva a nivel digestivo, ya que su efecto vasoconstrictor puede alterar estos procesos, o empeorar si ya tenemos algún trastorno. El frío excesivo también favorece el dolor de cabeza y puede activar los nervios que regulan el flujo de sangre a la cabeza, produciendo cefalea, jaquecas y/o migrañas. Por este motivo, el especialista recomienda consumir siempre el agua a temperatura ambiente, ideal para beber después de realizar ejercicio e hidratarnos.
Consumo de agua congelada vs bebidas deportivas tras realizar actividad física
Aunque las bebidas deportivas se han popularizado como una solución ideal para la rehidratación, Daniel Álvarez advierte de la necesidad de un consumo responsable. Estas bebidas, más allá de su contenido de agua, ofrecen la ventaja de incluir electrolitos e hidratos, elementos que ayudan a restablecer los depósitos de glucógeno del cuerpo y acelerar la recuperación después del ejercicio. Sin embargo, no siempre son necesarios, a menos que se realicen actividades de alta intensidad y duración prolongada.
Así, Álvarez alerta sobre el riesgo de deshidratación que puede presentarse con el consumo excesivo de las bebidas deportivas, ya que, a menudo, contienen altas cantidades de sodio. De acuerdo con el experto, un exceso de este mineral puede desencadenar una condición conocida como hipernatremia, caracterizada por una sed intensa y un desequilibrio en los niveles de sodio en el cuerpo.
Por lo tanto, a pesar de las ventajas que pueden ofrecer tras un ejercicio muy intenso, el uso indebido de estas bebidas como simples refrescos puede acarrear problemas. Por ello, Álvarez insiste en la importancia de aprender a utilizarlas adecuadamente y en el momento justo.