En India, menos de la mitad de los niños de entre 6 y 14 años van al colegio y de ellos sólo un tercio llega al octavo curso. La mayoría se ven obligados a sacrificar sus estudios y su futuro para ayudar a sostener la economía familiar. Son niños como Ronnie, que lleva desde los 9 años cosiendo zapatos en una fábrica de Agra, al lado del Taj Mahal.
"Mi trabajo consiste en coser, pegar, clavar y rematar los zapatos. Me duelen las manos constantemente y echo de menos el colegio. Cuando me levanto por las mañanas no quiero ir a la fábrica, pero si no lo hago, no tendremos suficiente dinero para comer. Así que voy, pero si pudiera estudiar, dejaría este trabajo", afirma.
Desarrollan jornadas de 8 horas diarias por entre 100 y 200 rupias a la semana, lo que equivale a tres euros. Según denuncia la ONG World Vision, se ven expuestos a problemas respiratorios e infecciones en la piel por el contacto con los tóxicos que desprenden los pegamentos con que confeccionan el calzado.
Muchos sueñan con volver a la escuela, pero en el mejor de los casos sólo pueden estudiar unas horas al terminar su jornada laboral. La agricultura, los servicios y la industria son los tres sectores que concentran el mayor número de casos de trabajo infantil en todo el mundo.