La ONG ha iniciado así la campaña #NuncaSerán para alertar de las consecuencias sobre los más pequeños de estos siete años de conflicto, que especialmente desde mediados del año pasado ha alcanzado unos "niveles de violencia" que, lejos de reducirse, "están aumentando de forma alarmante".
Consecuencias como que más de un tercio de los alumnos de entre 9 y 11 años tienen un nivel de lectura de un niño de 5 y no pueden resolver un problema de matemáticas que normalmente haría un pequeño con esta edad; incluso algunos ni siquiera son capaces de reconocer las letras y los números.
Estos últimos meses de guerra "están siendo especialmente crueles": las víctimas mortales han aumentado un 50 %, un millón de niños vive en zonas de muy difícil acceso y los índices de desnutrición infantil se están disparando. A finales de 2017 se registraron los índices más altos de desplazamiento interno.
Hospitales y escuelas, denuncia la organización, siguen siendo objetivo de los bombardeos y, en zonas como Guta, más de 60 colegios han sido destruidos en los dos primeros meses de este año, dejando a más de 57.000 niños sin la oportunidad de ir a clase; los que siguen funcionando, lo hacen solo un par de horas al día sin electricidad ni gas e instalados en los sótanos.
"El acceso a la educación durante un conflicto ofrece a los alumnos un importante resguardo y sensación de estabilidad. La seguridad en las escuelas ayuda a mitigar los efectos psicológicos de la guerra y protege a los niños además de las redes de trata y de ser reclutados por grupos armados", ha explicado en un comunicado el director general de Save the Children en España, Andrés Conde.
Por todo ello, la ONG ha exigido a la UE que lidere una respuesta centrada la protección de la infancia siria tanto dentro como fuera del país, abra sus fronteras estableciendo planes de acogida para los niños refugiados, exija que las escuelas dejen de ser objetivos militares y garantice que se lleva ante la Justicia en investigaciones independientes a quienes violen sus derechos.