El mayor cansancio después del entrenamiento físico es un nuevo síntoma del Covid persistente, al igual que la niebla mental, la fatiga y el dolor de cabeza.
Así se explica en un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de California en San Francisco y del Hospital General Zuckerberg de San Francisco (EEUU), que ha publicado en la revista 'JAMA Network'.
Los autores identificaron 38 estudios previos que rastrearon el rendimiento del ejercicio físico de más de 2.000 participantes que anteriormente tenían Covid-19, incluidos algunos con probable Covid persistente, es decir, síntomas a largo plazo tras la infección del coronavirus.
Los investigadores redujeron su análisis a nueve estudios en los que se comparó el rendimiento del ejercicio de 359 participantes que se habían recuperado del virus con el de 464 personas que tenían síntomas consistentes con el Covid prolongado.
La edad media de los participantes en estos nueve estudios osciló entre 39 a 56 años y el índice de masa corporal promedio varió de 26 (sobrepeso) a 30 (obesidad).
Resultados del estudio
Los hallazgos sugieren que quienes tenían Covid persistente pudieron haber reducido la extracción de oxígeno en los músculos y tenían patrones de respiración irregulares y una menor capacidad para aumentar la frecuencia cardíaca durante el ejercicio para igualar el gasto cardíaco.
Además, hubo evidencia de desacondicionamiento físico, que puede darse después de la mayoría de las enfermedades físicas, lo que lleva aparejado una cierta inactividad.
Los ejercicios se realizaron al menos tres meses después de la infección por SARS-CoV-2 e incluyeron pruebas de ejercicio cardiopulmonar (CPET, en la literatura anglosajona), en las que se midieron el oxígeno y el dióxido de carbono, junto con otros índices de la función cardíaca y pulmonar, mientras la persona participante usaba una caminadora o bicicleta estacionaria.
Diferencias con las personas que no pasaron el Covid
Al comparar la tolerancia al ejercicio, los investigadores encontraron que la tasa máxima de oxígeno del grupo con Covid persistente fue 4,9 miligramos por kilo y minuto más baja que la de quienes no tenían síntomas a largo plazo de esa enfermedad.
Esta diferencia supone 1,4 equivalentes metabólicos de tareas (MET, por sus siglas en inglés), una medida que calcula el coste de la energía de un ejercicio físico independientemente del peso corporal.
"Esta disminución en la tasa máxima de oxígeno se traduciría en que una mujer de 40 años con una capacidad de ejercicio esperada de 9,5 MET tendría 8,1 MET, la capacidad de ejercicio esperada aproximada para una mujer de 50 años", resume Matthew S. Durstenfeld, del Departamento de Medicina de la Universidad de California en San Francisco.
Otra forma de verlo, según Durstenfeld, es que un jugador de tenis de dobles podría necesitar jugar al golf con un carrito como transición o las personas que nadan pueden combinar la piscina con ejercicios aeróbicos de bajo impacto.
"Es importante tener en cuenta que este es un promedio. Algunas personas experimentan una profunda disminución en la capacidad energética y muchas otras no experimentan ninguna disminución", precisa.