Los Mossos d'Esquadra continúan la búsqueda de Martín Ezequiel Álvarez Giaccio, el padre y presunto asesino del niño de dos años cuyo cadáver apareció la pasada noche del martes en un hotel de Barcelona.
El relato de un taxista
Al parecer, después de ejecutar el violento crimen, el hombre huyó del hotel en un taxi que le llevó hasta el aeropuerto. Atendiendo a esta información, en las últimas horas los investigadores han interrogado a un taxista de Barcelona que aseguró haber trasladado al sospechoso hasta el aeropuerto de Barcelona-El Prat.
El taxi se detuvo frente a una de las puertas principales de acceso a la terminal 1, el presunto asesino pagó el trayecto y, antes de partir, le pidió al taxista que aguardara unos minutos debido a que tenía que realizar una breve gestión antes de regresar. No obstante, transcurrido un cuarto de hora y en vista de que el hombre no aparecía de nuevo, el taxista encendió el piloto verde que indica que el vehículo está desocupado y emprendió otra carrera.
En busca del presunto parricida
Según diversas informaciones, el sospechoso no utilizó su documentación para subir a algún avión, ni el martes por la noche ni tampoco en las horas ni días posteriores.
En cualquier caso, los investigadores están trabajando con las imágenes de las cámaras de seguridad del aeropuerto. No obstante, todavía no han logrado seguirle el rastro en el interior de la terminal, pues la obligatoriedad del uso de la mascarilla dificulta las tareas de visionado e identificación de cualquier sospechoso.
En el aeropuerto de Barcelona hay centenares de cámaras de seguridad que vigilan la zona, aunque existen espacios negros sin control, pero hay que conocerlos para entrar y salir del lugar sin ser captado por alguno de los dispositivos.
¿Cómo es Martín Ezequiel Álvarez Giaccio?
Martín Ezequiel Álvarez Giaccio es un hombre de 44 años que mide 1,78 centímetros de altura y que el día del crimen llevaba el pelo rapado y la barba recortada. Según el conductor del taxi, iba vestido tal y como lo captaron las imágenes de seguridad del hotel y no portaba nada encima, ni una mochila, ni una bolsa.
Hasta el viernes por la noche, el presunto parricida no había contactado con ninguno de los familiares que viven en España, como su padre, que lleva años viviendo en El Vendrell (Tarragona) y que, como el resto de la familia, desde el primer momento se puso al servicio de los investigadores.