La pandemia, y el aislamiento que trajo consigo, dejó ya de ser una excusa para justificar el sentimiento de soledad no deseada. Lo confirma el estudio del Observatorio Estatal de la Soledad no Deseada de la Fundación ONCE y Ayuda en Acción. Casi un 80% de los jóvenes encuestados rechazan que su situación se deba a lo vivido en 2020. Las raíces por tanto de este problema son más profundas y derivadas de múltiples razones.
La radiografía que ofrece el estudio muestra que la soledad juvenil afecta más a mujeres que a hombres (31% frente al 20%), sobre todo en el tramo de edad entre los 22 y los 27 años y bajo condicionantes como el desempleo, una situación de pobreza, haber sufrido acoso escolar o laboral, tener mala salud física o mental, tener alguna discapacidad, ser de origen extranjero o parte del colectivo LGTBI.
La soledad se alarga y agudiza con el tiempo
Si nos preguntamos por la intensidad, vemos que no es una situación puntual, sino que se alarga en el tiempo. El 71,4% de los jóvenes que se sienten solos dicen sufrirlo "con frecuencia" y aseguran sentirla desde hace mucho tiempo: un 75,8%, tres de cada cuatro, desde hace más de un año. La mitad, un 45,7%, desde hace más de tres.
El estudio muestra una fuerte relación entre la soledad no deseada y haber sufrido acoso escolar o laboral. También con el rendimiento escolar. Los jóvenes que han repetido curso son más proclives (hasta diez puntos más de prevalencia) que los que han seguido un desarrollo escolar normal.
Se relaciona con la pobreza y es más honda en quienes se sienten diferentes
Hay más factores sociales que salen en esa fotografía realizada por SoledadES: la soledad no deseada se duplica en jóvenes que viven en hogares con dificultades económicas respecto a aquellos con una economía holgada. Y se dan más casos en las ciudades de tamaño intermedio, de entre 50.000 y 500.000 habitantes. Mucho más que en zonas rurales, "donde la interacción social es superior", explica Adrián Tuñón, consultor en Fresno, "y que en grandes urbes, donde es más fácil que aquellos que se sienten diferentes puedan encontrar a sus iguales".
Aumenta los problemas de salud mental y no tiene relación con las pantallas
Existe una conexión entre las situaciones de soledad no deseada y la salud física y mental. Los jóvenes con problemas percibidos o diagnosticados tienen una probabilidad 2,5 veces superior de sentirse solos. Una de cada dos personas en situación de soledad ha pensado en el suicidio. Uno de cada tres ha tenido conductas autolesivas. Además, en este caso se da una relación bidireccional: los problemas de salud mental generan una mayor soledad y la soledad es perjudicial para la salud mental.
A través de las respuestas obtenidas en esta encuesta se percibe que uno de los mitos relacionados con la soledad es efectivamente un mito. No sufren más soledad los jóvenes con una intensa interacción social online, siempre y cuando tengan además una sólida red de amistades presenciales.
Confirma este estudio de la Fundación Once y Ayuda en Acción que las mayores cifras de soledad no deseada no se dan, como a priori parece pensar el imaginario colectivo, en mujeres mayores y de ámbito rural, sino que el perfil tipo es de una mujer, entre 22 y 27 años, con antecedentes de abuso escolar o laboral, que vive en una ciudad de tamaño intermedio y que no cuenta con una red de interacciones sociales presenciales, aunque sí pueda tenerlas virtuales.