El 16 de agosto de 2017, se produjo uno de los asesinatos que más atención mediática generaría en España. Un vecino del barrio valenciano de Patraix encontró el cadáver de Antonio Navarro Cerdán, natural de Novelda (Alicante) junto a su coche de empresa en el garaje de su domicilio.
La Policía determinó que el cuerpo presentaba seis puñaladas, casi todas ellas en el pecho, y descartó desde un primer momento la hipótesis del atraco. Navarro Cerdán murió a las siete de la mañana, cuando se disponía a ir hacia su trabajo, y su muerte daría comienzo a una larga investigación por un crimen que tardaría más de tres años en ser juzgado.
Los agentes acabaron por detener a María Jesús Moreno, a la que todos conocían como Maje, la mujer de la víctima. Ella era una joven enfermera que había contraído matrimonio con Antonio Navarro Cerdán once meses antes. La detención se produjo tras comprobar que la mujer llevaba una intensa vida sexual y sentimental antes y después del asesinato de su marido, llevando hasta tres relaciones simultáneas mientras estaba casada, como contaron Manu Marlasca y Luis Rendueles en un Territorio Negro en 'Julia en la onda'.
Después, más avanzada la investigación, apareció el otro nombre clave en el caso, el de Salva. Salvador Rodrigo Lapiedra era auxiliar de enfermería del mismo hospital en el que trabajaba Maje y los agentes concluyeron que los dos hablaban de manera asidua a través del móvil, mientras que después del asesinato no volvieron a hablar por ese teléfono, sino por otro de 'seguridad', porque sabían que el primero estaba siendo intervenido.
Así planearon el crimen de Antonio Navarro
La Policía continuó con el seguimiento a ese vínculo entre Salva y Maje, y acabaron captando una conversación que confirmó sus sospechas, por lo que detuvo también a Salvador, quien confirmó el asesinato porque estaba enamorado de ella, que lo hizo para ayudar a Maje tras contarle ésta lo terrible que era su matrimonio.
Fue en julio de 2017 cuando Maje decidió matar a su esposo y convenció a Salva de que su situación era insostenible, lo que propició que los dos planeasen un crimen que se ejecutaría apenas un mes después en el garaje del domicilio de la pareja. Salva habría entrado con las llaves que ella le facilitó y perpetró el crimen a la hora en la que la víctima iba a su lugar habitual de trabajo.
Los agentes del Grupo de Homicidios de la Brigada de Valencia bautizaron la causa como operación Viuda Negra al convertirse la mujer en principal sospechosa. Más de tres años después, llegaría la condena por parte de la Audiencia Provincial de Valencia, que impuso 22 años de prisión para Maje y de 17 años a Salva.
El juez aplicó la agravante de parentesco en el caso de Maje y la atenuante de colaboración con la Justicia en el de Salva, mientras que la sentencia estableció que los dos debieran indemnizar a la familia de la víctima con 250.000 euros.