Arturo, nombre con el que los suecos bautizaron al perro en referencia al rey británico comenzó a seguir a los atletas después de que Mikael, líder del equipo, le lanzara una albóndiga. A través del barro, sobre las empinadas colinas, a través de la espesa selva amazónica, se mantuvo con ellos.
Superada la parte a pie, la organización impidió a los atletas y al perro continuar unidos en la etapa en kayak. O eso intentaron, puesto que el perro aprovechó un momento de descuido para saltar al agua y empezar a nadar tras sus amos. Ante la situación, los atletas suecos no tuvieron otra opción que subir al perro a la embarcación y continuar con la prueba.
“Estuvo en el camino durante toda la carrera y tuvimos que encontrar diferentes técnicas de remo para no tirarlo por la borda. Unas cuantas veces saltó al agua y nadó, y luego se subía al bote, se congeló, así que le llegamos a poner nuestras chaquetas”, recuerda Mikael.
Al final, tras seis días, los cuatro atletas llegaron a meta, acompañados de Arturo. “Estas cosas suceden tal vez una vez en la vida si tienes suerte”, repite el capitán del equipo. “Estaba tan claro que era parte de nosotros, había algo más grande en el cuidado de este perro que ganar”, dijo Staffan Bjorklund, miembro del equipo.
La historia no acaba aquí, y es que tras la experiencia vivida, Mikael decidió adoptar a Arturo, quien cambió Ecuador por Suecia tras pasar unos meses recuperándose de sus heridas.