Hace muchos sábados ya que me dejas madrugar contigo y recuerdo que empecé hablándole a los oyentes de Toñi (que sigue igual de guerrera y constante, por cierto).
Os dije que seguro había muchas repartidas por el país y esta semana otra se nos asomó al corazón colectivo: Chelo Lareto, barrendera sevillana del barrio de Amate, recibió un homenaje sentido por parte de sus compañeros de la empresa Lipasam tras 24 años dándole a la escoba por las calles de su ciudad.
Los rostros, los aplausos y los posteriores abrazos de ese video que su hija Estefanía grabó para la posteridad, nos dicen cómo son de verdad el compañerismo y el cariño cuando nacen de lo hondo y verdadero.
Chelo comenta que siempre procuró ejercer con la sonrisa puesta, que la mochila de penas siempre se la dejaba en casa. Habló de su orgullo como trabajadora, de sus compañeros y de sus jefes, a los que prometió llevar siempre en su recuerdo.
Ahora que siga disfrutando, que se lo merece. Como tantas y tantos currantes anónimos que siguen siendo el sostén de sus familias y la sociedad en su conjunto. ¡Claro que esto es España! Afortunadamente.