Podría ser perfectamente el guion de un capítulo de 'Aquí no hay quién viva' pero es un caso real. 'Érase un festival por la cara', podría haber titulado en su cabeza un supuesto ladrón que ha robado a su vecina la pulsera que da acceso al festival Mad Cool de Madrid.
Pese a tener un historia relativamente corta, con siete ediciones, este festival se ha convertido en una de las citas imprescindibles para los amantes de la música en la capital. Este año por su escenario desfilarán grandes nombres como Dua Lipa, Pearl Jam, Maneskin o The Killers. Cuando el cliente adquiere su abono, la organización manda la pulsera que sirve como entrada, a la dirección que el comprador indique.
Así lo hizo la tiktoker @EdurmeEm, que ha subido un vídeo en el que explica lo sucedido. La protagonista recibió el mensaje de que ya estaba entregada la pulsera. Cuando fue al buzón, de su esperada entrada no había ni rastro. La segunda opción, preguntar al portero, que tampoco sabía nada del misterioso asunto.
Edurne, ya temiendo que o bien se perdía el festival, o que le tocaba pasar otra vez por caja, escribió a la organización. Y saltó la sorpresa. Desde el Mad Cool le comunicaron que la pulsera había sido recogida por una vecina. Explica Edurne, que por aquello de evitar un incómodo cara a cara, y con intención de ablandar un poco a la vecina, le dejó una notita en la puerta pidiendo amablemente la devolución de la pulsera, cuyo valor es de 97 euros. Sin embargo, la medida no funcionó. Parece que estamos ante un ladrón con el corazón de hielo.
Y que se hace en estos casos. Acudir al profesional de la información en el edificio, el portero. De nuevo otro giro de guion. Resulta que el inquilino era un hombre belga que hace una semana ya no vivía en el inmueble y se había marchado a su país. "Esto es una simulación", lamentaba Edurne.
Pero una simulación con final feliz. La tiktoker explicó detalladamente el caso al festival, que procedió a desactivar la entrada enviada y a mandarle una nueva. Esta vez eso sí, a la dirección de su trabajo, en la que esperemos no haya ningún imitador del misterioso belga.