No sabemos cuál es su objetivo, ni qué parte de verdad hay en las mismas, si es que la hay, ni los mecanismos que hacen que desde hace siglos estas historias se expandan a una velocidad vertiginosa por todo el planeta.
Pero de lo que no hay duda es que las leyendas urbanas forman parte de nuestra vida desde que somos pequeños, nos reunimos con los amigos y surgen relatos como el de la dama de la curva, Slenderman, Verónica y sus tijeras, o las vinculadas a la historia, como que los vikingos llevaban casco con cuernos o que la nariz de la Esfinge la rompió Napoleón de un cañonazo.
Las leyendas urbanas forman parte de un folclore tan interesante como en ocasiones escalofriante, porque hay lugares como Bluebell Hill, en Inglaterra, donde llevan años haciéndose realidad.