Hola Iván, me llamo Fezco y soy un perro mestizo de cinco años de Carolina del Norte, Estados Unidos. Te escribo porque esta semana fui noticia por una ridiculez, poniendo acento en la parte “culez” de la palabra.
Porque los que me adoptaron, eran tontos del culo, después de tantos años viviendo juntos, prácticamente desde que nací, hace poco me abandonaron, el motivo, pues que un día emocionado en el parque, monté al perro del vecino otro macho amigo mío, no se trataba de nada sexual, soy un perro y a veces los perros hacemos eso.
Yo no sabia que había hecho algo tan malo, pero eso les hizo pensar a la familia que yo era homosexual y te aseguro que no sé ni lo que eso significa, te repito, soy un perro, ni homo, ni sexual un perro, que culpa tengo de haber caído en una familia homofoba, que eso supongo que debe ser una enfermedad, porque los que en principio eran buenos, se pusieron malos.
Malos de homofobia hasta el punto de dejarme tirado en mitad de la nada, hasta que fui rescatado por los Servicios de Protección Animal del condado de Stanly en Albemarle, cerca de Charlotte, Carolina del Norte.
Mi pecado fue ser un animal, porque ahora sé que el comportamiento homosexual se ha observado en más de 1.500 especies de animales, como elefantes, jirafas, delfines o pingüinos.
Así que debe ser algo natural como la vida misma, los prejuicios humanos, pertenecen a los humanos y los animales no deberíamos cargar con ellos. Con suerte, al salir mi noticia en los medios, me salga rápido una familia que me adopte.
Una familia sana, con más filias, que fobias, una que no discrimine y rechace a un miembro de su familia sea cual sea su orientación sexual.
Se despide de vosotros, Fezco, el perro de Carolina del Norte.