Elvira Sastre: "La muerte no es lo peor que le puede pasar a un animal, lo peor es que vivan con miedo y de ahí la frase que titula este libro"
La poeta segoviana publica hoy “A los perros buenos no les pasan cosas malas”, su octavo libro y un cuento versado que escribió para desahogarse por la muerte de su perro y hoy quiere que sirva para que los niños entiendan la muerte de su amigo peludo.
Elvira Sastre nos abre la puerta de su acogedora casa, aunque quien nos recibe primero son Viento y Berta que entre ladridos nos dan a entender que estamos molestando su tranquilidad de un martes por la mañana.Uno por juego, otra por miedo, no dejan de observarnos y moverse a nuestro alrededor hasta que llegamos al rincón soleado que Elvira ha preparado para la entrevista. Una vez sentadas, ellos se calman y se disponen a descansar entre las caricias de su humana y la charla pausada que empezamos a tener.
¿Recuerdas el primer poema que le escribiste a un animal?
Escribí alguno en el que nombraba alguna situación en la que aparecía Tango cuando vivía en casa con nosotros, pero el primer poema dirigido a animales como tal fue el que aparece en este libro. Lo escribí cuando estaba malito y se lo leía durante todo el proceso. Fue hace un par de años.
¿Qué vamos a encontrar en “A los perros buenos no les pasan cosas malas”?
Es todo un proceso, es un poema que yo le escribí a Tango cuando se puso enfermo y le repetía esa frase, la del título, para que él no estuviera asustado porque fue un proceso de 3 o 4 meses en el que al final acabó falleciendo. Fue bastante duro porque, además, era muy pequeño, tenía solo tres años. Lo que he aprendido al escribir este poema es que la muerte no es lo peor que le puede pasar a un animal, lo peor es que vivan con miedo y por eso, esa frase. Se la repetía tanto para que él no tuviera miedo. Al final, lo que aprendí de su muerte, con toda la tristeza y dolor que conlleva, fue una comprensión ante las cosas malas de la vida, a aprender a sacar la belleza. Este libro viene a contar eso y a gestionar la muerte de una mascota, de tu compañero de vida.
A raíz de eso, yo desarrollé más conciencia animal, sobre todo con los perros: llegaron más a casa, quiero crear una fundación en nombre de Tango… Él me ha dado muchas cosas.
Pero no es lo único que has escrito sobre Tango, de hecho hay otros poemas y muchas referencias en tus redes. ¿Qué te hace sentir y cómo te ayuda?
Creo que han sido los poemas que más me ha costado escribir, de hecho tarde mucho en escribir algo cuando se murió porque era una manera de enfrentarme a ello y de darme cuenta de que era verdad. Había algo en mí que me decía todo el rato que tenía que escribir sobre esto, que hasta que no escribiera no iba a poder pasar el dolor. Al final, la poesía me ayuda a convertir las cosas malas en bonitas y cuando me enfrenté, al papel encontré calma.
No conocíamos tu idea de crear una fundación, ¿nos puedes contar un poco más?
Es una idea solamente pero sí me gustaría. La enfermedad que tuvo Tango, el megaesófago, es una enfermedad muy rara. No se conoce mucho y conlleva un gran esfuerzo económico: la silla que tuvimos que construirle para comer, todas las medicinas… Por eso me gustaría hacer una fundación para esos casos en los que la gente no tenga recursos para afrontar la enfermedad de su animal. Es una idea que aún estoy pensando y si sale, me gustaría que todos los beneficios de este libro vaya a eso.
El libro es una poesía que le escribiste pero también es un cuento lleno de ilustraciones.
Sí, lo acompañan ilustraciones de Ayesha L. Rubio con mucho valor. Me encantan y las quiero poner por mi casa.
Ayer leía tu post de Instagram anunciando ‘A los perros buenos no les pasan cosas malas’ mientras mi perro dormía en mis piernas y me llené de amor y de miedo a la vez. No me puedo imaginar cuando lea el poema entero. ¿Qué intención tiene? ¿Para qué público está escrito?
Tiene este tipo de ilustraciones porque va dirigido a un público infantil en un principio aunque vale para cualquiera que conozca la muerte de un animal o para los que aún lo tengan. La idea era acercar la muerte de las mascotas a los niños, que aprendan a vivir con ello y no sea un tabú. Si tenemos un perro en la familia seguramente acabamos viviendo su muerte y es algo traumático que debemos afrontar con naturalidad y saber aprender lo que viene después. La muerte de un ser querido era algo que me daba muchísimo miedo hasta que Tango se murió y le perdí el miedo. Yo creo que aunque un animal de nuestra casa se muera, nunca se va.
Exactamente. Hemos hablado varias veces sobre la muerte de los animales en ‘Como el perro y el gato’ y al final tenemos que parar porque entramos en bucle… ¿Cómo afrontamos la muerte de nuestro mejor amigo?
Puedo hablar desde mi experiencia. Este libro sale hoy pero hay mucha gente que me ha escrito y me ha dicho que tienen a su perro enfermo y quieren leerles el libro antes de que se vaya. Creo que está bien calmarles de esa manera, yo le leía a Tango cosas y se tranquilizaba. Al menos que reciban esa energía de estar tranquilos. Eso es a lo que después volvemos y te sientes tranquilo y en paz, aprendes que están de otra manera y que se han ido pero lo han hecho tranquilos y al final eso es lo que importa. También recomiendo siempre escribir cuando se ha tenido una pérdida porque a mí me ayudó, y me sigue ayudando, a despedirme de Tango.
Este no es el primer libro que ideas sobre animales. El año pasado sacasteis, junto a la Fundación Ochotumbao, el libro solidario ‘Habla de nosotros’.
Fue un libro totalmente benéfico, todo lo recaudado va a la Asociación Rainfer, y participaron un montón de autores a los que se les dio temática libre pero siempre hablando de animales. Hay cosas super bonitas como el cuento de Nuria Gago sobre una orangutana, Inma Cuesta habla de las hormigas… Es un libro con historias muy tiernas y con un fin benéfico así que es bonito en conjunto.
Después de Tango vinieron Viento y, más tarde, Berta. ¿Cómo llegaron a tu vida?
Viento llegó a salvarme. Yo sabía que iba a necesitar estar con perros toda mi vida. Tuve el dilema de si era muy pronto pero también sabía que necesitaba a un perro que cuidara de mí para yo cuidar de él o si no me iba al garete. Viento apareció en cuanto nos pusimos a buscar un perro en protectoras en Internet. En cuanto lo vi, supe que era él así que hicimos un viaje en tren en 4 horas para ir a por él.
Berta llegó hace unos meses, no tenía intención de adoptar a otra porque parecía una locura tener a dos pero es una idea genial porque se acompañan, se entienden y Viento ha ayudado a Berta con su miedo (había sido maltratada y había estado enferma). Todo lo que sea tener animales en casa me encanta.
Eso sin duda, porque también eres casa de acogida. ¿Cuál es tu experiencia y por qué debería motivarse la gente a serlo?
Sí, hoy viene una perrita nueva, de hecho. Creo que es importante aprovechar la difusión que tengo en redes para colaborar en causas que no tengan que ver con la literatura y en el caso de los perros, a mí me apasiona. Tuvimos ya en casa a dos cachorritas que se fueron juntas con una familia maravillosa de Granada y queremos seguir colocando perros donde haga falta.
He leído que has dicho: “para mí el amor es estar con alguien que te de tranquilidad”. Hablabas del amor romántico pero ¿responderías lo mismo del amor animal?
Ahí habría que verlo porque Viento muy tranquilo no es y mucha tranquilidad no me da (risas). Pero es verdad que también tiene momentos tranquilos como ahora y, ¿qué haces? Te rindes. Él es muy listo y Berta va perdiendo el miedo… Ahora juega con algún perro en el parque y es genial porque el primer día ni salía de debajo la mesa. Esos progresos te dan la vida. Que luego se porten regular pues es lo que hay, son perros. Con paciencia, cariño y una educación buena se consigue todo.