"Lo más cruel es que se podía haber evitado", comienza diciéndole Ana a Carlos Rodríguez en Como el perro y el gato antes de explicar la historia de Txiki, una perrita que se perdió el 24 de noviembre después de asustarse por un coche y salir huyendo. Después de cruzarse el pueblo y pasar por las vías del tren, Txiki llegó hasta el Aeropuerto de Pamplona, donde se metió en busca de refugio. Ana explica que no la llamaron hasta el 13 de diciembre para decirle que su perrita había aparecido muerta.
Murió de hambre tras pasar varios días sin comer
Ana explica que durante días se movilizó para encontrar a su perra. Llamó a la Policía Local, a la Nacional, al SEPRONA, puso carteles por la zona donde se la vio por última vez. Fue en ese momento cuando comprobó la "descoordinación" que existía entre los distinos cuerpos de seguridad: "cada vez que llamaba, me atendía alguien distinto al que le tenía que explicar la historia desde el principio".
Después de varias semanas buscándola, recibió una llamada de la Guardia Civil con la triste noticia: su perrita había aparecido muerta en el Aeropuerto de Pamplona: "No nos podíamos imaginar que la perra hubiera entrado ahí", y se entristece al pensar en lo que sufrió después de pasar varios días sola sin poder comer nada: "Cuando llegué a recogerla, me encontré un saco de huesos envuelto en un pellejo".
De hecho, cuenta que Txiki aguantó tanto porque justo en esos días hubo un temporal de lluvia en Pamplona que permitió a la perra mantenerse hidratada al poder beber el agua "que le estaba cayendo encima".
¿Fallan los protocolos de los aeropuertos?
Ana denuncia que los protocolos del aeropuerto fallan porque "es una vergüenza" que nadie la llamara para rescatar al perro: "todo el mundo sabía que yo la estaba buscando". Asegura que las vallas que rodean el aeropuerto no impiden la entrada de animales y se pregunta por qué, si los protocolos no facilitan el rescate de estos animales una vez están dentro, no hacen algo para evitar que entren.
Asegura que no puede demostrarlo, pero que el día que llegó a recoger el cuerpo de Txiki, el guardia civil que la acompañó le dijo que a él le habían dicho que habían visto a una perra por el aeropuerto varios días antes, pero que la habían intentado coger sin conseguirlo: "¿por qué no me avisaron? Sabían que yo estaba buscando a la perra".
"La rabia que tengo de pensar que eso se podía haber evitado. Se tiene que hacer algo para que no vuelva a ocurrir porque la pobre ha muerto ahí aguantando las inclemencias del tiempo. Ni un gesto de cariño, nadie que se acercara a darle un trozo de pan", sentencia.