La Estrategia de Seguridad Nacional de 2017, en actual revisión tras la irrupción del COVID-19, identifica la vulnerabilidad del ciberespacio como uno de los riesgos a los que la sociedad española está expuesta y, si bien diferencia entre ciberamenazas y el uso ilegítimo de Internet, alerta sobre las campañas de desinformación y de propaganda maliciosa a través de la red.
Las redes sociales, de acceso público y que permiten compartir fácilmente contenidos publicados desde cualquier fuente, han provocado que las propias plataformas digitales se conviertan en un excelente medio para la proliferación de bulos y fake news que favorecen el uso de una de las armas más antiguas que existen para desestabilizar estados y sociedades: la desinformación.
Si a esto unimos que nos encontramos en lo que los expertos denominan la era de la posverdad, donde lo emocional tiene más importancia que lo racional, cada vez es más complicado para los ciudadanos discernir entre lo que es verdad y lo que no. Muestra de ello son los datos que demuestran que una noticia falsa puede tener diez veces más alcance que una noticia veraz, tal y como apunta el artículo La difusión de noticias verdaderas y falsas en línea publicado en Science (2018).
En este sentido, Carlos Seisdedos, responsable del área de ciberinteligencia en Internet Security Auditors y coautor del libro 'OSINT: investigar personas e identidades en Internet' (0xWORD), asegura que "por desgracia, los medios u organizaciones dedicados a las fake news están ganando la batalla" a la verdad, pese al empeño que existe desde las administraciones públicas e iniciativas privadas de contrarrestar la propaganda.
Entrevistado en el programa De cero al infinito de esta casa, Seisdedos destaca el papel de los ciberanalistas en la lucha a favor de la verdad y cuya labor se centra en identificar la fuente original de la información y, en caso de que sea falsa, desenmascarar a quienes orquestan estas campañas de desinformación. Una tarea que "no es fácil pero con semanas y meses de investigación se puede saber quién hay detrás".
Según el informe Influencia de las noticias falsas en la opinión pública, publicado en 2018 por Estudio de Comunicación y Servimedia, la principal motivación para generar fake news según los encuestados es perjudicar la imagen de personas u organizaciones, seguida de la obtención de beneficios personales y el enaltecimiento de una postura o persona determinadas. Además, la encuesta coincide también con los informes del Departamento de Seguridad Nacional y del Centro Criptológico Nacional (adscrito al CNI), al incidir en que uno de los riesgos más acuciantes de la desinformación es la polarización social que puede llevar al desequilibrio de los sistemas democráticos.
Ejemplo de esta crispación social serían los acontecimientos vividos en el Congreso de los Estados Unidos en las semanas previas a las últimas elecciones en el país norteamericano.
Para el experto en ciberseguridad, también Estados Unidos es emisor de este tipo de estrategias como lo fue en el caso del Brexit con "una campaña para desestabilizar Europa" y que consiguió, mediante desinformación e influencia, que el referéndum en Reino Unido saliera a favor de la salida de la Unión Europea. También apunta a Rusia por favorecer, a través de fake news, al entonces candidato Donald Trump en las elecciones de 2016 en las que resultó ganador.
Nuestro país no es una excepción ante este tipo de ciberataques. Carlos Seisdedos explica que "en las últimas elecciones generales detectamos campañas orquestadas por partidos políticos que intentaban modificar la percepción sobre los diferentes candidatos".
El aumento del consumo de contenido virtual y la creciente implicación de los usuarios en redes sociales, ambas tendencias disparadas por la obligada reducción del contacto social, convierten a una sociedad hiperconectada en una población expuesta a un mayor número de riesgos digitales, entre ellos, los bulos y la manipulación de la opinión pública a través de eficaces técnicas de ingeniería social que se aplican en redes sociales.
¿Se puede combatir la desinformación?
Además de las agencias citadas anteriormente, la Unión Europea también viene alertando en los últimos años sobre el riesgo de las campañas de desinformación para las democracias europeas y aunque pide a los estados miembros que implementen medidas contra los bulos, parece que los propios usuarios pueden tener un papel muy relevante a la hora de parar las noticias falsas.
Para el Equipo de Voluntarios Digitales en Emergencias (VOST) de la Comunidad de Madrid, especializado en la detección y neutralización de bulos en situaciones de emergencia, es fundamental que la población tome conciencia sobre la problemática que suponen las fake news y que el ciudadano sepa que tiene en sus manos la responsabilidad de romper la "cadena de los bulos". Para ello, tal y como indican desde VOST, al recibir una información a través de redes sociales o plataformas como WhatsApp, debemos "ponerla en cuarentena" y acudir a la fuente originaria para contrastar su veracidad. En caso de que el origen de la noticia sea dudoso o no se pueda identificar, lo mejor es no compartirla.