La Asociación Ideorama ha lanzado a través de las redes sociales la campaña "Stop COVID-19" con el objetivo de sensibilizar a la sociedad sobre el impacto real del coronavirus en las personas y concienciar sobre la necesidad de utilizar las medidas de protección y seguir fuentes oficiales de información. Para conseguirlo, Ideorama presenta el testimonio de cinco personas que cuentan cómo afrontan esta pandemia desde diferentes puntos de vista.
La viróloga Margarita del Val, científica del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y una de las protagonistas de la campaña, incide en la importancia de las vacunas, “que son el mayor logro en salud pública”, y de buscar información sobre el virus en fuentesoficiales. “Para controlar esta pandemia tenemos que darnos cuenta de que cada medida de las que tenemos no es óptima, debemos utilizarlas todas: uso de la mascarilla, distancia, la aplicación móvil… Debemos enfrentarnos a la pandemia pero no con miedo, sino con conocimiento”, apunta esta científica que se ha convertido en un referente a durante los últimos meses.
“Se abalanzaron sobre mí y tuve la sensación cierta de que me estaba muriendo"
Para Julián Sotoca lo más duro de la crisis fue pasar cuarenta días ingresado en la unidad de cuidados intensivos del Hospital Severo Ochoa de Leganés. Este madrileño de 55 años reconoce que en los primeros momentos de la pandemia, cuando la información era aún poco precisa, se mostraba escéptico sobre los verdaderos efectos del virus. Sin embargo, su propia experiencia ha hecho que sea plenamente consciente de las peores consecuencias que puede provocar en las personas: fiebre, tos, dificultad respiratoria y, en los peores momentos de la enfermedad, desvanecimientos, alucinaciones e incluso la sensación de que todo está llegando a su fin.
Julián recuerda el escenario dantesco que se encontró al llegar a las urgencias del hospital derivado desde su centro de salud. En ese mismo momento, los médicos decidieron su ingreso inmediato por la neumonía bilateral que presentaba. “En apenas tres días empecé a empeorar muy rápidamente. Pasaba más tiempo inconsciente que despierto y con una sensación de ahogo tremenda”, cuenta Julián, para quien el peor momento fue la colocación del respirador y experimentar “la sensación cierta de que me estoy muriendo”.
“Salía de trabajar del hospital, me echaba dos horas y me iba a IFEMA a ayudar”
Si hay algo que Blanca Navarro tiene claro es que los sanitarios no son héroes: “yo hago mi trabajo porque me gusta. Creo que salvar vidas es lo más bonito
que se puede hacer”. Esta joven enfermera ha vivido en primera línea los meses más duros de la primera ola de COVID-19 en los hospitales madrileños. Además, también ha participado como voluntaria de emergencias colaborando en el hospital de IFEMA y habla sin tapujos de la que, para ella, ha sido la situación profesional más complicada a la que ha tenido que enfrentarse.
Navarro cifra en más de un millar de pacientes con COVID-19 a los que ha podido atender entre los meses de marzo y abril. Algunos nunca llegaron a recibir el alta del hospital y eso para Blanca ha sido lo más duro. “La gente se te moría en las manos y no podías hacer nada. Les cogías la mano y hablabas con él hasta que tenía su último aliento”, relata esta enfermera antes de lanzar una importante alerta: nadie está exento de contagiarse ni de sufrir esta enfermedad de manera grave.
Ese es precisamente el objetivo de la campaña Stop COVID-19 que, tal y como apunta María Ferrero, presidenta de Ideorara, pretende "ofrecer testimonios reales para sensibilizar a la población sobre la importancia de las medidas de prevención y protección".