En el edificio Diego Murillo, de A.M.A., tuvo lugar un evento que concitó el interés transversal de la Sanidad. Sabemos que la iniciativa del Presidente de ponerle el nombre de Ana Pastor Julián fue aprobada por unanimidad.
Ana Pastor pasa a formar parte de un conjunto de ilustres hombres y mujeres que ponen nombre a edificios, complejos y salones de actos. Este es el caso de la Sala Clara Campoamor en el Senado. El edificio en la Universidad de Córdoba y también de Alicante, Severo Ochoa, o el gran Anfiteatro Ramón y Cajal de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense.
Hay un matiz que quiero resaltar. Las palabras incluso actuales de la expresidenta del Congreso cuando se celebró la sesión del 40 aniversario de la Constitución (2018). La reforma de la Constitución “es posible porque lo prevé la propia norma fundamental. Pero es deseable –si alguna vez se reforma– (que sea) por los defectos que pueda tener, no alegando simplemente su antigüedad. (…) La Constitución puede y debe ser reformada si la reforma es concreta, es decir, si se sabe qué se quiere reformar y para qué se quiere reformar, y no reformar en abstracto, que equivale a no reformar”. Y si lo logramos entonces, ¿cómo no vamos a conseguirlo ahora también?
Y acabó diciendo, tenemos nuevos retos: un crecimiento inclusivo que tenga como prioridad el empleo, salarios dignos, la atención a los mayores y a todas las personas vulnerables. Seguro.