¿Cuáles son las claves para la correcta alimentación en la tercera edad?
El requerimiento energético se ve disminuido debido fundamentalmente a la disminución de la masa muscular (directamente ligada a una época más sedentaria) así como a una disminución del gasto energético basal.
Durante el proceso de envejecimiento, existen numerosos cambios tanto físicos como psicológicos y sociales con una repercusión importante en la alimentación, según recoge Quirónsalud.
“Es importante señalar que en esta época de la vida cada persona se ve afectada de manera particular. Por ello, el planteamiento nutricional en la tercera edad debe ser individualizado y considerando muy bien todos los factores que rodean al individuo (estado de salud, nivel de independencia, relaciones sociales y factores económicos)”, asegura Belén Fontán, Nutricionista del complejo hospitalario Ruber Juan Bravo.
El requerimiento energético se ve disminuido debido fundamentalmente a la disminución de la masa muscular (directamente ligada a una época más sedentaria) así como a una disminución del gasto energético basal.
“Cada individuo tendrá un requerimiento energético particular en función de la actividad física que realice y de su estado de salud general. Se estima que el adecuado es el que
permita al individuo realizar cierta actividad física y mantener el peso en los límites óptimos”, afirma la experta.
Al disminuir el requerimiento energético total, disminuye el aporte de proteínas con respecto a la edad adulta, en esta etapa el aporte proteico oscila entre un 10-15 %, sin
embargo, es muy importante que estas tengan un alto valor biológico, es decir, que contengan los aminoácidos esenciales para el hombre.
El aporte de proteínas debe estar distribuido entre la proteína animal (carne, pescado, huevos etc.) así como proteína vegetal (legumbres, cereales, frutos secos etc.)
Un déficit en la ingesta de proteínas en esta edad puede causar problemas diversos como mayor pérdida de masa muscular y ganancia de debilidad lo que puede provocar inmovilidad y depresión; problemas a nivel circulatorio como edemas o úlceras; disminución de la función del sistema inmunitario lo que conlleva también mayor número
de infecciones.
Sin embargo, tampoco hay que abusar de la ingesta proteica ya que un exceso puede provocar una sobrecarga renal.