Alemania es un destino viajero que siempre nos resulta atractivo, y especialmente en estos meses del otoño que acaba de empezar y que son ideales para conocer paisajes y ciudades cargadas de historia. Es muy fácil seguir la Ruta Fantástica, a través de Baden-Württemberg, un estado alemán especialmente bello que ocupa el extremo suroeste del país. Y lo que propone esta Ruta Fantástica es un viaje cómodo para volar a Stuttgart, alquilar un coche y hacer un recorrido triangular, empezando por Weinheim, donde las montañas dan paso a la llanura del Rin, y desde allí ir hacia el sur cerca del gran río y de la frontera francesa, para llegar al romántico balneario de Baden-Baden, ya en las montañas de la Selva Negra. Nos detendremos luego en Gengenbach, que es una ciudad preciosa, en plena Selva Negra, y, entre viñedos, seguiremos hacia Breisach, que en diciembre es un hermoso escenario navideño. Seguiremos hacia el este hasta la Isla Mainau, en el lago Constanza, que es un hermoso jardín botánico. Y, desde ahí, volvemos hacia el norte para cerrar el recorrido con dos paradas formidables, una en el castillo Hohenzollern, uno de los más espectaculares de Alemania, con una imagen super pintoresca, y finalmente paramos en Tubinga, que es preciosa, y se considera la ciudad con mejor calidad de vida de Alemania.
Durante los días de invierno se mantienen muy buenas comunicaciones aéreas con Stuttgart, hay tres o cuatro vuelos semanales desde Málaga con Eurowings, la misma compañía vuela dos veces por semana desde Valencia, aunque Barcelona es la mejor conectada porque Eurowings vuela 6 o 7 veces por semana, y Vueling todavía más, llega a los 12 vuelos semanales, así que es muy sencillo llegar desde España. Y una vez allí puedes alquilar un coche y hacer el viaje por tu cuenta, porque no es nada pesado, toda la ruta suma unos cuatrocientos kilómetros y yo recomiendo tomar al menos una semana para el viaje para disfrutarlo todo haciendo pocos kilómetros cada día y teniendo tiempo para disfrutar del paisaje, las ciudades y los buenos vinos.
Recorriendo Weinheim
Weinheim es una ciudad preciosa, conocida por sus dos castillos, y está en un sitio especial, donde termina la selva de Oden y empieza la llanura del Rin. Merece la pena ver el castillo de Windeck, del siglo XII, una bonita ruina elevada sobre el precioso casco antiguo con sus casas de entramado de madera, callecitas estrechas y grandes edificios con fachadas de piedra en torno a la plaza del Mercado, llena de cafés y restaurantes. Hay otro castillo en la parte baja donde ahora está el ayuntamiento con una alta torre neogótica. Weinheim tiene parques espectaculares, como el Jardín de Hermannshof , y un bosque exótico, Exotenwald Weinheim, con sequoias gigantes, abetos chilenos, magnolias japonesas y cedros de California, donde hay buenas instalaciones para que jueguen los niños o hacer senderismo. Aunque también funciona todo el año Miramar, un centro acuático con piscina, sauna y baños termales, así que puedes llevarte el bañador.
Baden-Baden es un lugar bellísimo, con mucho patrimonio, ejemplo de ciudad elegante de la Belle Epoque. Es una gran estación termal, con balnearios, hoteles modernos, casinos, teatros, salas de conciertos, que, como estaba en el suroeste de Alemania, cerca del Rin, de Francia y de Suiza atraía a las grandes fortunas europeas. La ciudad sigue llena de edificios fastuosos y de bellos paseos, en armonía con la naturaleza de la Selva Negra, a los balnearios se unen los buenos restaurantes.
Gengenbach, escenario de mercadillos navideños
Gengenbach está solo a tres cuartos de hora conduciendo, y llegamos a otra de esas ciudades llenas de encanto del sur de Alemania, con sus casitas de entramado y ambiente de cuento de Navidad. Es uno de los pueblos más bonitos de la Selva Negra, con muralla, torres, y un gran ayuntamiento rococó en el que montan un calendario de adviento en sus ventanas, pero también hay mucho que ver en el casco antiguo y tiene una abadía benedictina con una hermosa iglesia. Los mercadillos navideños son estupendos, pero en cualquier momento se puede hacer un tour por sus cuatro museos, o participar en una Ruta de leyendas con caminata hasta el monte Bergle y por los viñedos, para conocer historias secretas de una ciudad que fue imperial. Y hay que aprovechar para degustar los vinos locales, porque es zona de buenos vinos.
Breisach am Rhein, a orillas del Rin
Tiene mucho que ver, porque es una de las ciudades más antiguas de Alemania. Hay que pasear por el Münsterberg, que es el centro histórico situado en la colina de la catedral, y ver la iglesia de San Esteban, la torre Radbrunnenturm, entrar en la Rheintor para conocer el museo de historia de la ciudad, y disfrutar en el antiguo jardín del monasterio franciscano. Pero también podemos hacer un paseo en barco por el Rin y por los canales que unen Breisach y Colmar, además de darnos un gusto gastronómico con la cocina alemana tradicional de ganso o de caza. Y visitar sus bodegas, la Badischer Winzerkeller y la Geldermann Privatsektkellerei, con degustación de vino y cava.
La ruta continúa hacia el lago Constanza, que está en la frontera con Suiza y con Austria. Nos acercamos a una isla de ese gran lago, maravilloso, que tiene al sur las montañas de Suiza reflejándose en el agua y llegamos cruzando un puente desde Constanza. Mainau es conocida como la isla de las flores, porque se cubre con un millón de flores en primavera, cuando sesenta jardineros trabajan en ella. La isla tiene 45 hectáreas y contiene un castillo teutónico que se puede visitar, como la iglesia barroca de St. Marien, aunque lo ideal es perderse en la vegetación, que tiene interés durante todo el año. La isla es como un parque, con muchas zonas de juegos para niños, el Mainau-Kinderland está dedicado al mundo acuático, y tiene un mariposario con 120 especies procedentes de América del Sur y Central, África y Asia, que es el mayor de Alemania. Y tiene un buen restaurante de inspiración sueca y local.
El castillo de Hohenzollern, sede ancestral de la familia real prusiana y de los príncipes de Hohenzollern, con su romántico aspecto de castillo de cuento coronando una montaña, ofreciendo una imagen inolvidable. Su aspecto actual es de mediados del siglo XIX, de puro romanticismo neogótico, y tiene una visita estupenda del Salón de los Condes, el Salón Azul, la Cámara del Tesoro o las capillas.
Tubinga es una de las joyas del recorrido, una bellísima ciudad con casco histórico también al pie de un castillo y a orillas del río Neckar, con un casco lleno de edificios del siglo XV, pero con una vitalidad y animación incomparable porque tiene casi treinta mil estudiantes en su universidad y eso hace que esté todo lleno de cafés, restaurantes y animación, además de la cantidad de viajeros que llegan para descubrir sus calles estrechas, sus paseos al lado del río y la isla en el centro del Neckar, la plaza del Mercado, el Jardín Botánico, los museos. Es una gran ciudad, con mucho patrimonio y animación, ideal para cerrar el recorrido por una Ruta Fantástica por el estado de Baden-Wurtemberg, que nos espera en los meses de octubre y de noviembre, pero que, en diciembre, brilla con la magia de los Mercados Navideños.
Los mercadillos navideños más genuinos
Toda esta Ruta mágica es especialmente bonita en tiempo de Adviento, cuando cada pueblo y ciudad alberga su tradicional mercadillo navideño. Como mínimo están desde la última semana de noviembre hasta el día de Nochebuena, pero muchos duran más tiempo, por ejemplo, Baden-Baden abre el 21 de noviembre hasta el 6 de enero. Son casi siete semanas que ofrecen muchas fechas para elegir, incluso en las vacaciones de Navidad y Fin de año. Y cada uno de los lugares de la Ruta Fantástica tiene su manera especial de celebrar la Navidad.