Una vez establecida la línea en 1916, el Zar Nicolas II recurrió al creador del Orient Express y de la compañía Wagon Lits para ofrecer un servicio de lujo en el Transiberiano. El gran tren ruso iba a tener bañeras de mármol, biblioteca, salón musical, gimnasio, cuarto oscuro para revelar fotografías, dos coches restaurante y una nevera repleta de caviar. La realidad fue muy diferente y los coches del Transiberiano gestionados por Wagon Lits fueron nacionalizados apenas un año después de finalizada la línea, tras el triunfo de la Revolución. Wagon Lits perdió 198 coches cama, 51 coches restaurante y 24 furgones.
El tren de trenes nunca pudo ser otro Orient Express
A día de hoy hay dos opciones de lujo, turísticas y una línea regular de transporte de pasajeros con tres ramales. Las opciones de lujo están organizadas y comercializadas por dos compañías británicas. La primera de ellas ofrece el tren Golden Eagle para viajar entre Moscú y Vladivostok en un viaje de 14 días con paradas, noches de hotel y excursiones en cada parada. Los precios van desde los 21.000 euros por persona, en cabina doble, a los 45.000 en la suite imperial. La misma compañía ofrece también viajes en el Transmongoliano, entre Moscú y Pekín. Otra compañía, también británica, opera el tren Tsar’s Gold, que ofrece un viaje de 16 días con noches de hotel y excursiones en el Transmongoliano, con precios algo más reducidos que la anterior: entre los 14.000 y los 17.000 euros por persona en la opción más económica.
Muy diferentes son los billetes de las compañías regulares
Un billete de segunda clase en el Transiberiano, entre Moscú y Vladivostock cuesta unos 300 euros en segunda clase y unos 1.300 en primera. Luego hay tres ramales: el Transmongoliano, el más popular, entre Moscú y Pekín, cruzando Mongolia; el Transmanchuriano, también entre Moscú y Pekín, pero no por Mongolia, sino por Manchuria, y el ferrocarril Baikal - Amur que se separa del Transiberiano en el lago Baikal y toma un ramal que le lleva a la ciudad de Jabarosk, al norte de Vladivostok.
Los billetes en el Transmongoliano cuestan unos 450 euros por persona en segunda clase y 1.700 euros en primera clase. Son precios por el recorrido completo y ahí está el primer reto para los viajeros interesados en este tren; decidir si lo quieren utilizar como medio de transporte, en un itinerario por etapas, como los trenes turísticos o se animan a vivir una experiencia excepcional: viajar en el tren durante ocho días y siete noches, en el caso del Transiberiano o seis noches y siete días en el Transmongoliano, más de 7.000 kilómetros entre Moscú y Pekín o más de 9.000 entre Moscú y Vladivostok, a elegir.
El tren sale todos los martes de la estación de Yaroslavsk, a las ocho de la noche, hora de Moscú y llega a Pekín el lunes siguiente, a las tres y media de la tarde hora de Pekín. Los compartimentos son austeros pero cómodos: los de primera clase tienen dos sillones convertibles en litera y un baño compartido con el compartimento contiguo. Los de segunda clase tienen asientos y literas para cuatro personas y dos baños con ducha compartidos con el resto del vagón. En cada compartimento hay una amplia ventanilla, una mesa y una radio que emite cuando se la conecta canciones chinas. En el pasillo hay una papelera en un extremo y en el otro un Samovar, un recipiente metálico cilíndrico, grande, que calienta agua con una chimenea interior, sirve para preparar el té y para calentar comida, la comida que ofrecen a los viajeros los muchos vendedores ambulantes que se acercan al tren en cada una de las paradas de las estaciones rusas.
Ulan Bator, la parada de Mongolia
Hay un vagón restaurante que cambia de menú y de servicio en Mongolia y en China. La comida es básica en la parte rusa, pero merece la pena apuntarse a la pensión completa para poder disfrutar del viaje unas horas al día en el vagón restaurante. Hay tiempo para leer, hablar y mirar por una ventanilla por la que discurre la ruta de Miguel Strogoff, Omks, Novosibirks, Krasnoiarks, el Volga, el Irtys, el Obi, el Yenisei, el lago de agua dulce más profundo del mundo, el Baikal, las praderas de Mongolia en las que parecen plantadas como bombillas las tiendas de campaña de los nómadas y la Muralla China. 70 kilómetros antes de llegar a Pekín hay una parada que permite verla, sin más turistas que los viajeros del tren, una hora después el tren completa su viaje, siete días después de haber salido de Moscú.