A las puertas del mes de diciembre y ya este fin de semana entramos en la vorágine navideña, tenemos un mes por delante que podemos aprovecharlo, por ejemplo, viajando a Viena donde organizan una Navidad espectacular, única, muy disfrutona y polifacética, porque es una ciudad de cultura y de placeres al mismo tiempo. Al fin y al cabo, Viena es la ciudad de la música, de los valses y también de las fiestas, para algo fue capital del Imperio Austrohúngaro y eso deja mucho poso en los aspectos formales de la vida, sobre todo en el lujo y las fiestas. Viena ha sobrevivido a la caída de aquel Imperio, pero se ha quedado con la calidad de vida y el gusto por los placeres que la ciudad logró hace ya tiempo. El Imperio desapareció al final de la I Guerra Mundial, pero el Año Nuevo lo empieza medio mundo con el Concierto de Año Nuevo de Viena que dan las televisiones. Por Año Nuevo siempre pensamos en Viena, pero también en estos días tienen sus mercadillos navideños.
Viena es sin duda, una de las capitales de los placeres navideños
Durante la Belle Époque sólo París rivalizaba con Viena en el gusto por el lujo. Hoy, los vieneses también se echan a la calle en diciembre para ver los mercadillos de Navidad al aire libre, la iluminación navideña, y para ir a los conciertos y a los bailes que les encantan. Los mercadillos navideños están abiertos sólo durante el Adviento, es decir, que terminan precisamente en el día de Nochebuena o de Navidad. Para verlos hay que ir antes, y disfrutar de los puestos donde venden adornos y bebidas tradicionales, Punsch, buen ponche caliente con canela, Glühwein, vino caliente, que se toma de pie echando vapor por la boca, se venden galletas, y también se asan castañas que tienen la ventaja de que te calientan las manos antes de que te las comas. En Viena, te sirven el vino en una taza con la imagen del ayuntamiento, la pagas, y si la devuelves te reintegran el depósito o, si quieres, te la llevas de recuerdo. El mercadillo mayor de toda la ciudad se instala en la Rathausplatz y es espectacular, con 150 chalés o puestos de venta, donde te ofrecen en muchos de ellos productos de panadería y repostería de todas las regiones de Austria, sobre todo el pretzel, con forma de lazo, los pasteles de manzana y canela calentitos, y otros puestos tienen adornos de Navidad, bolas de cristal pintadas a mano y artesanías con productos de madera, además de cosas para comer.
En la planta baja del Ayuntamiento hay actividades gratuitas para niños que hacen las típicas galletas de navidad del gingerbread, el pan de jengibre. Hay otros muchos mercadillos repartidos por la ciudad, que comparten el olor a pan con especias y almendras tostadas con miel. Otro mercadillo se instala ante la catedral de San Esteban, con puestos de madera que imitan a los chalets alpinos.
En Viena tienen mucha devoción por San Esteban como en Cataluña
En Viena celebran a San Esteban, porque la catedral está dedicada a este santo del 26 de diciembre, el primer mártir cristiano. En Cataluña y en Baleares ese día es festivo, de comida en familia y de sabrosos canelones hechos con las sobras de la comida de Navidad. Y es también el Boxing Day anglosajón. Si vamos a Viena en estos días, por supuesto recomendamos visitar esa catedral de San Esteban en Viena, sobre todo si se va con motivo de la Navidad. Es un bonito edificio del siglo XII y del XIV, románico y gótico, que está muy cuidado y lleno de historia. Y, además, se van a celebrar muchos conciertos durante las próximas semanas en la catedral, que cuenta con su propio coro y su propia orquesta. Pero lo típico, si estás de viaje en diciembre, es hacer un recorrido por diferentes mercadillos, el del barrio de los museos, el Weihnachtsdorf de Maria-Theresien-Platz, con más de medio centenar de puestos. Otro mercado es el de la plaza Freyung, en el casco antiguo de la ciudad, que ya se celebraba en 1772, donde a partir de las cuatro de la tarde suena la música de Navidad mientras se compra cristal, cerámica, belenes... Siempre con música, con coros y con grupos musicales. Otro mercadillo importante es el Palacio Schönbrunn, en Ehrenhof, delante de la que fue residencia de verano de los Habsburgo. Otro mercado se sitúa en el Palacio Belvedere. El horario es de tarde, normalmente desde las cuatro de la tarde a las diez de la noche, salvo los domingos que abren por la mañana. Es muy recomendable ir haciendo la colección de tazas de Glühwein por los diferentes mercadillos, porque cada una lleva un dibujo diferente del mercadillo, de la iglesia o de una fachada de la plaza.
Dicen que Viena tiene una de las Navidades más dulces de Europa
Si, unas navidades para golosos, porque no hay que olvidar que los dulces aportan mucha energía para combatir el frío, y las castañas, las almendras, el vino dulce y caliente sientan muy bien cuando estás al aire libre en diciembre. Pero en Viena vale la pena también disfrutar con el encanto de los cafés y las pastelerías, que preparan dulces suculentos, entre ellos la famosa tarta del hotel Sacher, que es legendaria, un emblema de la ciudad, con su bizcocho y su chocolate suculentos. El hotel Sacher está junto a la Ópera de Viena y a la Albertina. Alojarse en él es un verdadero lujo, como hacerlo en el Imperial, que es otra maravilla, y que rivaliza con su propia tarta exquisita. Pero bueno, si no te puedes alojar en esos hoteles, al menos puedes probar sus tartas y compararlas. Los mercadillos son para todo el mundo y sólo abren en estos días
No hay que perderse ninguno de los mercadillos
Pero también los escaparates son especiales en estos días. Es gratis pasear por la calle del lujo en Viena, la que va desde la Ópera hasta San Esteban, Kärtner strasse, llena de joyerías, con la gran tienda de Swarovski, tiendas de complementos de piel, sombreros, anticuarios, allí se puede ver la tienda de Loden, de las prendas de lana míticas de Austria desde 1830. Está también Stepanek, la tienda de complementos para hombre que diseñó Adolf Loos. Pero el verdadero lujo de Viena es su amor por la música, hay conciertos en todas partes, y al aire libre en los mercadillos, donde en algunos casos están tocando o cantando toda la tarde. Y también aman las fiestas y los bailes. Tras la Navidad cierran los mercadillos, pero Viena prolonga su magia en la Gala de San Silvestre del día de Fin de Año en el Musikverein, en el Baile del Emperador y en la Gran Fiesta del Murciélago en la Ópera de Viena, para culminar en el Concierto de Año Nuevo que se transmite por televisión a todo el planeta.
Viena da una imagen muy formal a través de esos conciertos, pero que es una ciudad que es mucho más joven de lo que cabe esperar.
Es mucho más joven y vital de lo que uno espera, hay muchos estudiantes, mucha animación en el barrio de los museos y ahora hay bailes por toda la ciudad, siempre en palacios y los organizan diferentes asociaciones, gente mayor universidades y gente joven, familias y grupos políticos. Hay que ir al menos a un baile, vals, con tu correspondiente traje de gala.
Los austriacos saben bailar bien
Los que saben bailar bien abren el baile en formación perfecta, con orquesta en directo, y luego ya se incorpora todo el mundo. Es muy bonito, muy recomendable, pero hay que llevar el traje de etiqueta y hay que ir en pareja, porque los bailes son en pareja. Y no es un lujo, es bastante popular, los bailes no son muy caros. Hay bailes de Navidad pero se prolongan durante el invierno, hasta febrero. La ciudad es muy animada, y hay muchos sitios donde se bebe al aire libre bajo las estufas de las terrazas, y se patina en la pista de hielo que construyen delante del Ayuntamiento, entre los árboles, o sobre las aguas heladas del Danubio. Todo contribuye a que, en estos días de frío, Viena sea una de las ciudades más cálidas, acogedoras y divertidas de Europa.
Navidad y Viena, una imagen de calor humano, de amor por la música y el baile, una navidad que es un lujo.