Biodiversidad

Costa Rica, un viaje de pura vida

Cuando pensamos en un viaje relacionado con la naturaleza, Costa Rica es uno de los nombres que aparecen en nuestra lista de posibles destinos. A pesar de su extensión tan reducida guarda infinidad de tesoros muy variados que merecen ser conocidos.

Ángel Martínez Bermejo

Costa Rica |

Está claro que Costa Rica se ha convertido en la meca del turismo de naturaleza y desde luego es uno de los mejores lugares para conocer el neotrópico, esa región biogeográfica que se extiende por las tierras tropicales americanas. Costa Rica tiene una extensión semejante a la de Aragón pero ofrece una inmensa variedad de climas y paisajes. Si nos preguntamos cómo es posible que en una extensión tan pequeña existan más variedades de mariposas que en toda África, o más especies de pájaros que en Canadá y Estados Unidos juntos, la respuesta hay que buscarla en su situación geográfica. Costa Rica forma parte del puente natural que une las dos Américas, y la vida natural de ambas se han desarrollado allí al mismo tiempo. Además, el gran número de microclimas permite crear distintos hábitats para todo tipo de flora y fauna. No es de extrañar si la cumbre del Cerro Chirripó, con más de 3.800 metros, se encuentra a menos de 50 kilómetros del Pacífico.

Surf en Costa Rica
Surf en Costa Rica | Pexels - Jeandaniel Francoeur - 17302408

La diversidad está garantizada aunque recorramos pocos kilómetros

Un parque nacional como Braulio Carrillo ofrece toda la variedad que se puede encontrar desde los 2.906 metros de la cumbre del volcán Barva a casi el nivel del mar de las tierras calientes caribeñas. Las posibilidades son infinitas y además todas son excelentes ya que más de una cuarta parte de su extensión está protegida como parques nacionales u otras formas de protección.

Costa Rica no suele ser el primer destino americano para el viajero español y parece que seguimos el modelo definido por el primer viajero europeo en este continente, un tal Cristóbal Colón, que sólo fue a lo que ahora es Costa Rica en su cuarto viaje a América, y que no pasó allí más de dos semanas. Una pena porque si dedicamos un día a cada parque nacional, en 15 días sólo veremos la mitad de los parques de este país.

Naturaleza en Costa Rica
Naturaleza en Costa Rica | Pexels - William Warby - 19613770

La naturaleza se convierte en el eje de muchos itinerarios

Debemos saber que un recorrido basado exclusivamente en visitas a parques y actividades en plena naturaleza, ya sea tirolinas, rafting, paseos por puentes colgantes entre las copas de los árboles, caminatas con guías a cascadas y volcanes o paseos en lancha por manglares o a caballo por las playas, puede convertirse en un viaje de precio bastante elevado y estar metido en un circuito ajeno a la vida costarricense. No viene a cuento despreciar todos estos atractivos pero creo que sí deberíamos dedicar algo de tiempo a conocer la cultura y la vida local. Costa Rica es mucho más que naturaleza.

Esta parte de Centroamérica aparece normalmente como un vacío en la historia precolombina, pero eso no es así. En San José, la capital, podemos visitar los museos del Jade y del Oro Precolombino y en el sur podemos conocer las huellas de la cultura Diquí, sobre todo sus extraordinarias esferas de piedra, algunas de las cuales alcanzan los dos metros y medio de diámetro. Es algo realmente importante y la Unesco las ha inscrito en la lista del patrimonio mundial, para que veamos que Costa Rica también es historia y cultura. Es muy recomendable visitar alguna librería en San José para comprar libros que nos ayude a la vuelta a seguir viajando por el país. Al contrario que la de otros países americanos, la literatura costarricense no es muy conocida y probablemente no encontremos nada en nuestras ciudades. Yo siempre compro un libro y así luego, leyendo los Cuentos de angustias y paisajes de Carlos Salazar Herrera, o los Cuentos de Magón, de Manuel González Zeledón, he revivido todo lo visto de la Costa Rica tradicional.

En el Valle Central, donde se encuentra San José, podemos asomarnos a la cultura cafetera. Aquí el café es el grano de oro y su cultivo fue, a partir del siglo XIX, lo que permitió a los campesinos costarricenses salir de la pobreza. El café fue el germen de la clase media y es la base de la cultura tradicional Tica. Recorrer los cafetales y conocer el modo de vida de la gente que trabaja en esta región permite hacerse una idea de este país y aporta algunas de las claves que lo hacen tan diferente a sus vecinos. Se puede hacer un tour visitando algún cafetal y aprender sobre el proceso que lleva a producir un producto sin el que muchos no podríamos vivir.

De paso podemos visitar cualquier pueblo de la zona y conocer de primera mano la vida diaria de la gente. Una buena opción es comer en los pequeños locales que hay en los mercados municipales. Es la ocasión de probar un “casado”, el plato más habitual de los ticos: arroz, judías negras, patata y plátano frito, que también puede ir acompañado de carne, pollo o pescado. Durante los trayectos se puede apreciar otra de las costumbres ticas: los puestos de venta junto a la carretera, ya sean de fruta, de dulces o de queso. La fertilidad de los campos se debe en parte a la actividad volcánica, así que cuando nos asomemos al cráter de algún volcán, y esto es posible hacerlo fácilmente en varios lugares de Costa Rica, disfrutaremos del espectáculo de la naturaleza sabiendo algunos de sus efectos positivos.

Volcanes de Costa Rica
Volcanes de Costa Rica | Pexels - Chiaroscuro - 10833068

Desde Costa Rica se acaba pasando por la península de Nicoya

En el norte de la costa del Pacífico, está la mayor parte de la oferta hotelera porque allí están las mejores playas. Además se pueden ver tortugas y hacer muchas otras actividades. Pero también podemos asomarnos a la cultura de los sabaneros de Guanacaste. El sabanero es el vaquero, el trabajador de las estancias ganaderas y es el personaje característico del arte popular. Todo el folclor de la zona, ya sean bailes o canciones, gastronomía e indumentaria, ferias y rodeos, gira en torno a su forma de vida, forjada en la soledad de las haciendas.

Es, junto al de los cafetaleros, el otro eje de la Costa Rica tradicional, la que vive ajena al boom del ecoturismo. Todo ello se da en esta zona, la de Guanacaste, en la península de Nicoya, porque es, con mucha diferencia, la más seca y llana del país y por tanto donde es más sencillo establecer las explotaciones ganaderas. De hecho fue una de las primeras zonas descubiertas por los españoles. Con suerte, en alguna parada que se haga en cualquier pueblo de la zona nos encontraremos con detalles de la vida tradicional de los sabaneros, como el juego de la cinta, cuando los jinetes tienen que ensartar al galope una punta en una arandela que cuelga de una cuerda. En días de fiesta se organizan rodeos y los hombres demuestran su coraje montando toros salvajes y puedo asegurar que asistir a una de estas fiestas es una de las mejores maneras de pasar una tarde.

En la zona de Puerto Limón, el llamado calipso limonense tenemos otra Costa Rica diferente, la que muestra la herencia de origen africano con gentes que vinieron desde Jamaica e impregnaron la zona con la cultura afroantillana. En el parque nacional Tortuguero se vive un Caribe de playas de arena negra de donde surgen las crías de tortugas que se lanzan hacia el mar o de navegaciones al amanecer entre canales. Más al sur, más allá de Puerto Limón, se disfruta de no hacer nada tumbado en una hamaca en la playa de Cahuita, contagiándose del ritmo de los perezosos que se mueven lentamente. Si ellos lo hacen nosotros también deberíamos adaptarnos a las costumbres locales, aunque sean las de los animales.