Ubicada al noreste de Alemania y cerca de la frontera con Polonia, Berlín es una de las ciudades más pobladas y visitadas de la Unión Europea. Tanto gris en su historia y sus edificios, que los berlineses la han convertido en la ciudad del color y no encontramos otro lugar donde se concentre tanto arte innovador, tantas obras teatrales radicales, ni donde la noche nos ofrezca tantas óperas de ambiente desenfadado y es que más de 1400 eventos culturales a diario, una ciudad está en constante búsqueda de nuevas ideas. Berlín baila con un espray en la mano y un micrófono en la otra.
Han conseguido crear vida en sus muros de hormigón
En algunos barrios los edificios son tan oscuros que los berlineses han decidido pintarlos con spray por cualquier rincón y llenar de tatuajes todas sus cicatrices. Además es una ciudad que influyó tanto en la música durante las últimas décadas, que se ha convertido en toda una marca internacional. Berlín ya era un centro cultural, pero es que con la amplia variedad de culturas y barrios que viven aquí, las posibilidades son tantas que para descubrirlas debemos vivir como un berlinés. Una ciudad que esconde tesoros como la reliquia renovada de sus semáforos, donde el Ampelmann, el hombrecito con sombrero que aparece en las luces verdes y rojas de los pasos de peatones, se ha hecho tan famoso que tiene sus propias tiendas, como si fuera un Mickey Mouse alemán.
Una extraña mezcla de lo clásico con lo moderno
Aquí se combina esa sobriedad grisácea que decíamos, heredada de la época soviética, con jardines que envuelven la ciudad, al son del serpentear de su río. Una ciudad que ha sabido reencontrar el Este con el Oeste y a pesar del dolor de estar dividida en dos, no ha perdido una memoria que se refleja en la gran cicatriz del Muro que atravesaba todo Berlín, en una doble hilera de adoquines que marca ahora un camino que lleva al campanario de la iglesia del Káiser Guillermo, un edificio que nos habla del pasado. Un destino también que se presenta como una ventana al mundo del cine a través de la Potsdamer Platz, su puerta de Brandenburgo, la Cancillería Federal o el histórico Reichstag, pero también a través de su oferta gastronómica, que por un lado nos presenta su cocina tradicional fuertemente influenciada por las cocinas de Brandenbugo, Bohemia y Francia y por otro la infinidad de culturas que viven en la ciudad, que nos presenta todo tipo de opciones para degustar sabores de todo el mundo.
Es de los pocos sitios donde todavía se vive el anonimato
La creatividad de Berlín se dirige hasta Friedrichshain, un apasionante barrio obrero que rebosa vitalidad y donde encontramos galerías, bares y cafés alternativos donde beber cerveza barata y lo cierto es que es una de las razones por la que hay muchos sitios donde aceptan solo efectivo. Hay una amplio abanico de identidades, personalidades y gustos y donde todo el mundo se respeta, son cordiales los unos con los otros y solo he visto sonrisas y educación, incluso entre los más desfavorecidos. Me ha parecido una ciudad que transmite una gran serenidad, a la vez que es un gran motor económico, donde se puede apreciar a la gente trabajando por el día y bailando por la noche en los locales más rompedores. Me dio la impresión de que la ciudad funcionaba como un reloj y donde todo el mundo parece saber lo que tiene que hacer. Por otro lado las posibilidades de diversión son como en una heladería, todo el mundo tiene un gusto diferente y nadie le importa si prefieres la vainilla, la fresa o el chocolate.
Los festivales de Berlín, son la cara más visible de su vida
Por un lado están las tiendas de los nuevos diseñadores, sus galerías de arte, las pequeñas salas de teatro y los cines de barrio y por otro sus grandes museos y galerías de arte entre las que destacan el Humboldtforum, un enorme espacio etnológico a pocos metros de la Isla de los Museos y la catedral donde reposan los reyes de Prusia y otros miembros de la dinastía de los Hohenzollern. También cuenta con su galería de arte urbano al aire libre en el East Side Gallery, el trozo más largo de muro que todavía queda en pie y es que todo tiene un sitio en Berlín y encontramos por toda la ciudad vestigios del pasado, como en la gigantesca Alexander Platz, donde la Torre de Televisión con forma de cohete espacial que nos traslada a la época de la conquista del espacio, con su Reloj Mundial en marcha desde 1969. Berlín también es una ciudad relajada con muchos espacios abiertos que te permiten respirar el aire, recordemos que es la metrópoli más verde de Alemania, cuenta con extensos parques, bosques y lagos y en verano, la vida se desarrolla al aire libre: en los chiringuitos, cafés y en los cines y teatros al aire libre donde se disfruta del sol, de las cálidas noches de verano y ahora también en su antiguo aeropuerto.
El parque Tiergarten es el pulmón verde de Berlín
Una gran avenida atraviesa el corazón verde de Berlín y es el escenario de festivales multitudinarios como la antigua Love Parade. Un perfecto jardín para caminar, pasear en bici o incluso bañarse desnudo. Allí se alza la Columna de la Victoria, conocida como "el asno de oro", con su ángel dorado subido a un pilar de 67 metros y es mejor lugar para todo tipo de festivales de música que volverán a inundar la ciudad esta temporada de primavera-verano. Berlín jamás es aburrido y no podemos dejar pasar la posibilidad de por un lado descubrir el barrio de Kreuzberg, llamado "el pequeño Estambul" porque un tercio de la población es de origen turco. No has estado en Berlín si no has ido al mercado turco de Maybachufer y probado las hamburguesas con curry y por otro lado en Berlín funciona bien la frase de Warhol que decía: "Tengo una enfermedad social y tengo que salir todas las noches" porque aquí es posible hacerlo, hay bares abiertos hasta el amanecer y discotecas que nunca cierran.