Estoy seguro de que soñamos desde niños con conocer la fauna africana y para acercarnos a ella con comodidad y seguridad, hay que ir a Kenia. A mí no deja de asombrarme la relación de los niños con los animales salvajes, ellos incorporan los elefantes a su vida cotidiana con sus juguetes, a los leones y a los cocodrilos, y reconocen los hipopótamos antes de saber hablar. Debe haber algún mecanismo primario, genético, ancestral, que hace que cuando un niño todavía no reconoce a muchas personas, ya reconozca animales que nunca ha visto en realidad. Y la vida luego va ayudando a que los niños se vayan acercando a los grandes animales salvajes, en el zoo primero, luego en los circos, aunque estén desapareciendo los espectáculos con animales, luego ves los reportajes de televisión, y luego deseas ver los animales salvajes en su lugar natural, en el escenario de la vida salvaje africana. Pero, respondiendo a tu pregunta, hay que decir que Kenia resulta especialmente segura para ir con niños. Viajando por Kenia, haciendo safaris, me llamaba la atención ver a familias con niños, y cuando preguntaba, normalmente eran familias de expatriados residentes en Kenia, que sabían que no había mucho problema en llevar a los niños, pero, desde Europa, no parece un lugar muy seguro.
No se considera peligroso llevar niños a los safaris
Yo creo que hay dos razones principales, una es la de que en los safaris con alojamiento en hoteles todo está limpio, impecable y cuidadísimo y en los safaris no se puede uno bajar de los vehículos y por tanto los riesgos están muy controlados salvo especial imprudencia de clientes estúpidos que se saltan las reglas de seguridad. Y otra razón importante es que los parques nacionales del corazón de Kenia está muy altos, están en torno a los dos mil metros de altitud y eso quiere decir que no hace tanto calor como uno espera, o como corresponde a su posición ecuatorial, y eso quiere decir que también hay menos insectos de los que uno podría esperar, y que no se producen tantas infecciones como en otras selvas ecuatoriales de menor altitud y mayores temperaturas y humedad, por eso se hizo tan famosa Kenia, porque ofrece las mejores condiciones para los safaris.
Kenia es un destino clásico para ver animales
Pero como estamos hablando de la posibilidad de ir con niños, no hay que hacer experimentos. Kenia es el destino con mejor relación de comodidad y seguridad. Los parques nacionales de Kenia son de máxima calidad, no sólo por la fauna, también por la categoría de sus alojamientos y de los safaris y de los recorridos que se pueden hacer por su territorio para encontrarse cara a cara con los animales, con la gran fauna y también con la menor, la que sale menos en televisión pero que llena de interés el viaje de Kenia. Kenia tiene algunos espacios nacionales protegidos desde hace mucho tiempo, buena vigilancia de los mismos y ofrece una experiencia de máxima calidad de su naturaleza.
Kenia fascina por su naturaleza y su cultura
Desde el Lago Victoria a la costa del Índico, el país atesora muchas maravillas naturales. Se hunde en la Gran Falla del Rift, que está cuajada de lagos, volcanes y vida salvaje, y se eleva hasta la altura del monte Kenia, al que sólo le falta un metro para alcanzar los 5.200 metros de altura. Se extiende en desiertos por el norte y en sabanas por el sur, donde el ondulado territorio de Masai Mara se prolonga hasta la base del mítico monte Kilimanjaro, que no llega, por poco, a los seis mil metros, a cuyos pies se extiende el Parque Nacional de Amboseli, habitado por manadas de elefantes. Pero si miramos hacia la costa del Índico nos encontramos con la cultura suajili, surgida por la presencia de los navegantes árabes en el litoral del este de África, y atesora ciudades cargadas de historia en Lamu y Mombasa, grandes playas de arenas blancas y reservas marinas de gran valor.
Pero lo que hace excepcional a Kenia son los safaris que ofrece en los Parques Nacionales del interior y yo añadiría los magníficos hoteles que permiten disfrutar de los parques nacionales en el corazón de una naturaleza indómita. Desde que se prohibió la caza en 1977, todos los safaris en Kenia son fotográficos. La política de protección de la fauna en los mismos escenarios en que han vivido los animales durante millones de años ha sido un éxito y el espectáculo de la vida salvaje desborda los límites de las reservas para formar parte de la experiencia cotidiana en cualquier parte del país, donde puedes encontrar animales cruzando las carreteras en el entorno de los parques.
Los viajes en Kenia empiezan siempre en Nairobi, la capital desde donde se viaja a los parques nacionales. Los vuelos suelen llegar a Nairobi, que supera con mucho los tres millones de habitantes. Una ciudad fresca por su altura, más de 1600 mts/snm a pesar de estar cerca de la línea ecuatorial. Quien quiera lujo que se aloje en el hotel Norfolk, como han hecho científicos, escritores, y actores de Hollywood que rodaron en el país películas como Las Minas del rey Salomón, Mogambo o Memorias de África. A mí me encanta el Museo Nacional, que guarda restos de homínidos que vivieron hace millones de años, un museo a la antigua, lleno de encanto, que puedes combinar con la visita a un restaurante de fama mundial, el Carnivore, en el que se sirven todo tipo de carnes normales a la parrilla, pero también carnes de animales salvajes que se pueden ver en los safaris como cocodrilo o avestruz. Las parrillas preparan la carne a la vista del público, ensartadas en largas espadas masai. El local asegura que todo lo que se cocina se compra de manera controlada, sin riesgo para las especies. Y no hay que dejar de ver la casa de Karen Blixen, autora del excelente texto de Memorias de África. Es una visita muy recomendable cerca de la ciudad, en las colinas de Ngong donde tuvo su granja.
Viajando hacia el norte, se pasa al pie del Monte Kenia
Se llega a los Aberdares con sus hoteles en las ramas de los árboles, Treetops y The Ark y más al norte, se puede ir hasta la Reserva Nacional de Samburu, lejana y muy interesante. Luego hay que hundirse en las profundidades de la gran Falla del Rift, llena de lagos salobres y salir por el sur visitando Masai Mara y el parque de Amboseli, al pie del Kilimanjaro, con sus manadas de elefantes, en uno de los sitios más espectaculares de África. El safari exige adaptarse al horario de los animales. Es un placer madrugar y tomar un café rápido para salir en todoterreno al amanecer, cuando los animales se muestran más activos. Más tarde se regresa al campamento para tomar un desayuno suculento, descansar, disfrutar del alojamiento, degustar comidas exquisitas durante la hora de más calor y salir de nuevo para el safari de la tarde, cuando bajan las temperaturas y la sabana vuelve a la vida. Las cenas a la luz de las fogatas terminan con los viajeros durmiendo en los hoteles sumergidos en los bosques de acacias o, si se quiere lo más exclusivo, en los campamentos de tiendas de lujo, escuchando el rugido de los leones en la oscuridad, que es de las cosas más impresionantes que se pueden experimentar en la naturaleza.
A lo mejor mucha gente se extraña de que Kenia sea destino de tranquilos placeres como el de jugar al golf. Tiene 36 campos, se nota que fue colonia británica y saben cómo cuidar los campos de golf. Nada más agradable que completar el viaje con unos días de descanso en la costa del Índico, donde tienen 500 kilómetros de playas de arena blanca. La zona de Mombasa a Malindi está llena de hoteles de playa, que usan principalmente alemanes, británicos e italianos. Tienen muy buenas reservas marítimas, que son las grandes desconocidas, tienen excelente observación de aves con guías especializados (Samburu con más de 400 especies) Y, finalmente, hay que recordar que a Kenia se puede ir con niños, que los safaris son seguros y que hay un alto nivel de higiene en los hoteles.
Mil razones para ir a Kenia, que es un país de safaris y de naturaleza salvaje, pero también de cultura, ciudades de interés y campos de golf.