Santa Eulària tiene de todo y conserva un aire más confortable y acogedor que otras poblaciones de la isla. Es el segundo municipio de Ibiza por número de habitantes y tiene playas, pero también tierras de interior preciosas con pueblecitos encantadores, además de la propia ciudad de Santa Eulària, que se ha convertido en una especie de centro de actividad completo, con palacio de congresos, con polideportivos, muchas tiendas y servicios, y con la comodidad de tener una playa en la propia ciudad y un paseo marítimo para poder caminar tranquilamente al borde del mar... la verdad es que me encanta la mezcla de agrado y animación de Santa Eulària des Riu.

También recibe en su puerto a muchos barcos de placer que huyen del jolgorio del puerto de Ibiza. En Santa Eulària encuentran un ambiente más relajado y familiar. Por eso creo que es un buen lugar para tocar la fibra sensible de Ibiza, el alma acogedora de Ibiza con su especial combinación de puerto, de playas y de tierras de interior, porque, aunque Santa Eulària está en la costa, su territorio llega hasta el mismo corazón de la isla. Santa Eulària tiene un lugar incomparable en el Puig de Missa, que es uno de los sitios más hermosos de Ibiza y uno de mis favoritos en la isla, porque es una colina dominante del paisaje, que está justo sobre el río de Santa Eulària, el único río de las Islas Baleares, que pasa por aquí y que hizo de este lugar el mejor para vivir en la isla. Reunió mucha población en torno a sus huertas regadas por el río, pero muy cerca del mar y al pie del promontorio del Puig de Missa, sobre el que se construyó una torre de vigilancia y de defensa, y luego se levantó una iglesia ibicenca, de estas que parecen fortalezas, rodeadas por espesos muros y muy cerradas a la entrada de luz, blancas y sencillas de formas, que son preciosas. Es imponente la llegada a Santa Eulària por carretera y encontrarte con el cerro del Puig de Missa coronado por la masa blanca de una preciosa iglesia parroquial fortificada del siglo XVI.

Puig de Missa, la acrópolis sagrada de Ibiza
El Puig de Missa tiene un carácter casi de Acrópolis ibicenca, de lugar sagrado dentro de la isla. Es una verdadera acrópolis en la que se han ido asentando otros elementos muy especiales. Hay un cementerio tras la iglesia lleno de encanto y de calma, cubierto por una pequeña selva de vegetación, con un alto ciprés y está lleno de nombres isleños mezclados con nombres de franceses, alemanes, de tanta gente que ha llegado aquí y se ha enamorado del lugar y ya se ha quedado, para siempre... y viendo lo bonito que es Santa Eulària, su equilibrio, su armonía, se entiende muy bien esa fascinación. La iglesia del Puig de Missa es muy especial. A la entrada de la iglesia hay un porche con arquerías, cubierto, que es un espacio precioso y el mayor porche de la isla. El interior tiene un retablo que trajo el Marqués de Lozoya desde Segovia, muy bonito, y tiene una terraza la iglesia que es un gran mirador. La iglesia tiene también alrededor su vía crucis, algo muy característico de las iglesias de la isla, con los grupos de tres cruces haciendo estaciones alrededor del templo. Desde el Puig de Missa se ve todo el territorio circundante, se ve también la zona del río que ha recuperado el ayuntamiento restaurando la flora, la fauna, los molinos, los paseos y actividades en torno al río. El Puig de Missa es la parte más antigua de Santa Eulalia y las casas que lo rodean fueron declaradas Paisaje Pintoresco en 1952, y sus callecitas bajan hacia la agradable ciudad moderna, que se hizo a principios del XIX en el llano, al borde del mar y del puerto deportivo, con sus terrazas y restaurantes al borde del agua, su paseo marítimo y todo tipo de instalaciones, además de un entorno con muchas calas y playas. Es una zona ideal para venir de vacaciones y tener lo mejor de Ibiza al alcance de la mano.

En esa acrópolis del Puig de Missa hay más cosas que ver, hay varias casas y un museo. Es un sitio que está como al margen del tiempo, es como un destilado de las esencias ibicencas. Tiene varias casas de aire popular, tiene la casa del Marqués de Lozoya, el estudioso del arte hispánico que también se dejó seducir por el lugar, y tiene un Museo de Etnografía de Ibiza, en una casa payesa con más de tres siglos de historia, Can Ros, donde se puede conocer el mundo ancestral y rural de la isla que ha existido hasta hace 30 o 40 años. Allí se pueden ver las viejas prensas de vino, conocer los molinos, el trabajo de los silleros que hacían sillas de anea, un telar de alto lizo para tejer, y sobre todo los vestidos tradicionales de Ibiza que siguen existiendo, guardados en las casas y sólo se usan los días de fiesta, con los pectorales de cadenas de oro. Trajes impresionantes en su solemnidad, que tardan horas en ponerse, pero para verlos hay que venir en día de fiesta o en verano, cuando se baila ante el ayuntamiento algún día de la semana. El museo es el enlace entre el mundo moderno y el antiguo que subyace en todo, en el trazado del paisaje, en los campos de naranjos, de olivos, en los muros y bancales... y ese mundo antiguo es el que dio a la gente de Ibiza ese sentido común, esa tolerancia y esa discreción que logra que, aquí, todo el mundo se sienta a gusto siempre que respete a los demás.

Santa Eulària tiene el único río de Ibiza y pueblos con encanto como Santa Gertrudis
El río que aparece en el nombre de Santa Eulària está justo al pie del Puig de Missa. Allí también está el Centro de Interpretación del río Can Planetes, alojado en el antiguo Molí de Dalt, el molino de arriba, que aprovechaba el agua del río para moler grano, la arquitectura del molino es muy interesante y se puede aprender como era el funcionamiento del molino, que fue restaurado en 2011, y es punto de partida para una ruta al borde del río que lleva del molino hasta el Pont Vell, un puente de piedra del siglo XVIII que permite disfrutar del paisaje de huertas y de arbolado de ribera que es muy agradable y también insólito, infrecuente en la isla. Y el municipio de Santa Eulària tiene también varios pueblos pequeños y llenos de encanto, como Santa Gertrudis. Es preciosa esa pequeña población pequeña de Santa Gertrudis, con la iglesia en alto, frente a una plaza peatonal que parece un escenario, y con esos sitios para tomar algo, ese templo bohemio de bocadillo de jamón que es Can Costa, lleno de cuadros de artistas que han pasado o vivido por Ibiza, es un resumen de la magia de calma y agrado que respira Ibiza.. Pero no es el único, está también el pueblo de Sant Carles, pequeño, agrupado alrededor de su iglesia y encantador, con ese bar de Can Aneta escenario de una legendaria convivencia entre hippies y gentes del pueblo, cada uno a lo suyo, un pueblo rural, diseminado, que muestra el interior del municipio, con un encanto diferente al de la costa, más secreto y discreto, más silencioso... Y luego está Jesús, otro pueblo con una bonita iglesia y un buen retablo que vale la pena visitar, y que está lleno de vida, cerca de Ibiza, lleno de bares y restaurantes.

Santa Eulària, territorio hippie
De esa presencia hippie en la zona todavía quedan los importantes mercados artesanos, las Dalias y Es Caná. Es una imagen muy agradable, interesante, la visita de los sábados al mercado de las Dalias está muy bien. Me gustan los mercadillos, y sobre todo el ambiente de Santa Eulalia para moverme, para ir a las calas, a los pueblos, caminar por los bosques, hablar con la gente y ver esa auténtica arquitectura popular de los pueblos de interior, con sus iglesias blancas que parecen fortalezas, con sus almenas, espadañas, viacrucis y con formas cúbicas pintadas de blanco y pequeños cementerios anejos. Un lugar verdaderamente privilegiado y muy equilibrado.