La región donde se encuentra Gobekli Tepe es realmente muy especial y no solamente por este santuario, que puede definirse como el templo más antiguo de la humanidad, al menos de los conocidos, sino por muchos otros lugares que se encuentran en la zona. Aquí estamos en la Alta Mesopotamia, la tierra que se encuentra entre el Tigris y el Éufrates, más al norte de lugares como Babilonia o Nínive.
Esta zona puede que sea todavía más interesante en la historia de la civilización, pues allí los arqueólogos han descubierto y estudiado el yacimiento conocido como Gobekli Tepe. Parte de su importancia deriva directamente de su antigüedad. Lo realmente espectacular es que se remonta a hace 12.000 años, es decir, su antigüedad es el doble que Stonehenge, el gran monumento megalítico de Inglaterra. Lo sorprendente es que estas construcciones son obra de una sociedad de cazadores y recolectores, anterior a la expansión de la agricultura, que debían de reunirse en este complejo concebido como un lugar de culto. El yacimiento se excava desde hace 30 años y los datos que ofrece están revolucionando la historia de la humanidad, sobre todo la de la revolución neolítica y el tránsito a la agricultura. El lugar, inscrito en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco, se puede visitar fácilmente ya que se encuentra a apenas 15 kilómetros de la ciudad de Sanliurfa.
Un yacimiento imponente con muchas incógnitas
Gobekli Tepe está sobre un pequeño altozano, el más elevado de la zona. El yacimiento es mucho más extenso de lo que podemos ver ya que sólo se ha excavado una pequeña parte. Para facilitar la visita y preservar el yacimiento, se ha construido una pasarela, que es por donde circulamos los visitantes, que está elevada sobre la zona excavada y la rodea completamente. Lo que vemos es una serie de estructuras redondas definidas cada una por una docena de monolitos en forma de T, y en el centro de cada círculo surgen dos monolitos bastante más altos, algunos de hasta seis metros. Recuerda de alguna manera a las taulas menorquinas, pero aquí todo es de una pieza. Además, todos los monolitos muestran relieves, la mayoría representando animales, como jabalíes, toros, leones, serpientes o buitres. Unos pocos muestran figuras humanas.
El lugar plantea realmente más preguntas que respuestas ya que no sabemos quiénes lo construyeron ni qué tipo de ceremonias se celebraban aquí. Hasta ahora se pensaba que estructuras tan complejas como éstas y con esculturas simbólicas podían remontarse a hace cinco o seis mil años, pero de repente tenemos algo inimaginable construido hace diez o doce mil años. Catalhoyuk, otro yacimiento que se encuentra también en Turquía y que también está en la lista del patrimonio Unesco, está considerada la ciudad más antigua de la historia de la humanidad, pero es tres mil años posterior a Gobekli Tepe. Vemos entonces que el templo es anterior a la ciudad, al contrario de lo que siempre se había pensado. Otro misterio sobre Gobekli Tepe se refiere a su excelente estado de conservación. Ello se debe a que el lugar nunca fue destruido sino que fue abandonado voluntariamente, todas las estructuras fueron cuidadosamente cubiertas de tierra y después entregadas al olvido. Impone muchísimo, porque cuando recorres esa pasarela y miras esas estructuras realmente estás sumergiéndote en el pasado remoto, es como si te adentraras en un momento decisivo de la historia de la humanidad. Y lo bueno es que, además de este yacimiento, hay muchos otros lugares muy interesantes para completar un viaje formidable.
Sanliurfa, donde el monoteísmo nació con Abraham
Gobekli Tepe se encuentra a pocos kilómetros de Sanliurfa, por lo que esta ciudad es la base evidente para recorrer la zona. Sanliurfa tiene una historia excepcional que también se hunde en el fondo de los tiempos y está relacionada con Abraham y aquí la tradición localiza una de las historias más grandes jamás contadas: la rebelión del ser humano ante los dioses infames y la aparición del monoteísmo. La tradición cuenta que Abraham empezó a destruir los ídolos paganos y el rey Nimrod ordenó sacrificarlo, quemándolo vivo en una pira. Pero el fuego se convirtió en agua y las brasas en peces y esta historia se refleja en el estanque de Baliki Gol.
Otra tradición afirma que Abraham realmente nació en una cueva que se encuentra justo al lado y que es un importante centro de peregrinación. El estanque y la cueva se encuentran al pie de la ciudadela de Urfa, en una zona de jardines donde se reúne la gente a tomar un helado o una taza de menengic, que parece café, pero es una bebida a base de pistacho. En la mezquita Mevlid-i-Halil, que está al lado, ves a la gente echándose la siesta en el suelo alfombrado. Todo responde a la tradición musulmana de vivir y disfrutar de los lugares sagrados. Muy cerca hay que perderse por el bazar, donde parece que las especias huelen más que en otros mercados de Oriente. También hay que recorrer el barrio antiguo, alrededor de la mezquita Ulu, en la que se ve que el alminar es el campanario de una antigua iglesia bizantina.
Frente a frente con el Hombre de Urfa
El Museo Arqueológico de Urfa es uno de los más importantes de Turquía, lo que es mucho decir, pero es que el patrimonio cultural de la región es incomparable. La visita al museo empieza a lo grande, nada menos que encontrándote de frente con el Hombre de Urfa, la estatua que representa a un ser humano a tamaño natural más antigua que se conoce. Está intacta. Fue descubierta hace unos treinta años en los alrededores del estanque de Abraham. Hay que mostrarle respeto, ya que tiene unos once mil años de antigüedad. Por supuesto que hay estatuillas antropomórficas mucho más antiguas, como la famosa Venus de Willendorf, pero ésta mide apenas 11 centímetros mientras que la estatua de Urfa tiene nada menos que 180 centímetros de altura y además te mira con sus ojos de obsidiana negra incrustados en su cara serena. Es el impresionante inicio de la visita a un museo donde vamos a ver muchos hallazgos provenientes de Gobekli Tepe, pero también de Nevali Çori, otro yacimiento cercano y casi tan antiguo, pero que ahora está sumergido bajo las aguas de un embalse. De Gobekli Tepe hay muchas esculturas que representan animales y, sobre todo, el llamado Totem. Otra cosa interesante del museo es la copia de una de las estructuras circulares de Gobekli Tepe por donde se puede deambular, apreciar las enormes dimensiones de los monolitos centrales en forma de T y los detalles de los relieves con animales.
Y por si fuera poco este museo tiene un anexo. Cuando estaban iniciando unas obras encontraron un excepcional conjunto de mosaicos romanos. Así que interrumpieron las obras y crearon un museo de mosaicos conservados in situ. El mosaico de las Amazonas es probablemente el más espectacular, pero el de Orfeo, traído de un enterramiento cercano, es el más misterioso.
Harran, arquitectura de adobe y veneración de cuerpos celestes
A unos 50 kilómetros de Urfa está Harran, un importantísimo centro caravanero que ya aparece en la Biblia por las mercancías que comerciaba con Tiro. Al llegar, lo que resulta más curioso son las casas de adobe la adaptación perfecta de la arquitectura sin arquitectos a las altas temperaturas del verano y la ausencia total de madera. Dicen que es un tipo de construcción que podría remontarse a la época de Abraham, que también está muy relacionado con el sitio.
Harran conserva restos de su muralla y se dice que el castillo está construido sobre el antiguo templo de Sin, el dios lunar, que fue uno de los grandes centros ceremoniales de la zona durante siglos. Algunos emperadores romanos como Caracala y Juliano vinieron hasta aquí para realizar ofrendas. En esta zona se veneraba a los planetas como representación de una gran divinidad superior que resultaba inabarcable. Aquí se veneraba a un cuerpo celeste cada día y tal vez de este remoto lugar venga la costumbre de dedicar el lunes a la Luna, el martes a Marte, el miércoles a Mercurio, etc., y el domingo, el Sunday, como dicen los ingleses, al Sol. Y todavía hay muchos otros lugares fascinantes que conocer en esta región de Urfa, en el sur de Turquía, realmente un lugar repleto de tesoros por descubrir.