Cuando nació el Orient Express no había trenes con lavabos, ni con bares o restaurantes, la calefacción era escasa, la iluminación mala, las máquinas lentas y los vagones muy, muy, austeros. Un norteamericano, Georges Pulman, fue el primero que construyó un tren con asientos que se convertían en literas y fue un millonario belga, Georges Nagelmackers, quien consiguió importar el modelo de Pulman a la Europa continental. En 1878, Nagelmackers presentó en París la Compagnie Internacionale des Wagons Lits y el modelo de su primer tren que incorporaba el primer coche restaurante de Europa y el primer cuarto de baño, con jabón.
La compañía recomendaba a los viajeros llevar revólver
El 5 de junio de 1883 comenzó a rodar el primer Orient Express, eran cuatro días de viaje y no todo en tren. El Orient llevaba a los pasajeros desde París hasta Giurgi, en Rumania, donde cruzaban el Danubio en un ferry. Luego se subían a otro tren nada lujoso, que les llevaba por Bulgaria hasta el Mar Negro donde volvían a embarcarse para cruzar el Bósforo y llegar a Estambul. El viaje no estuvo exento de peligros. Había problemas, pero el tren era un éxito.
Se crearon nuevas rutas, se mejoraron los tiempos del trayecto gracias a la apertura del túnel del Simplon, entre Italia y Suiza y su fama fue creciendo. La prensa, la literatura y después el cine, divulgaron y promocionaron el Orient Express como un tren exquisito que viajaba por la Europa romántica con un punto de aventura. A la señora Christie le gustaba el tren. Decía que adoraba su sonido, su ritmo. El Orient le sirvió para llegar a Asia y continuar desde Estambul a Bagdad, donde trabajaba el que sería su segundo marido, arqueólogo y también, claro, para ambientar una de sus más famosas novelas: “Asesinato en el Orient Express”. Es la más famosa de las historias situadas en este tren, pero no la única. Hay otras 19 novelas que tratan sobre el Orient Express, siete películas, un musical, un juego de ordenador y una teoría sobre la extinción de los dinosaurios en la que hay numerosos sospechosos y todos son culpables.
Una historia que oficialmente concluyó en 1977, con una subasta de los cinco últimos vagones del Orient Express. Una subasta con mucho glamour y los padrinos fueron Rainiero y Grace de Mónaco. Se subastaron los cinco últimos vagones en funcionamiento. Uno lo compró el Rey Hassan II de Marruecos, dos fueron para un empresario suizo, Albert Glatt y los dos restantes se los llevó un empresario estadounidense, James Sherwood. La idea de los dos empresarios era la misma: darle una segunda vida al Orient Express y buscaron coches antiguos para restaurarlos. Los encontraron en Madrid y en Irún. La mayoría había realizado sus últimos servicios en el Costa Vasca Express, de Madrid a Santander y en el Lusitania Express, de Madrid a Lisboa. En 1982, Liza Minelli y Charlotte Rampling presentaron en París el Orient de James Sherwood, de París a Venecia, con el nombre de Venecia Simplon Orient Express. En paralelo, Albert Platt puso en marcha el Nostalgie Istambul Orient Express, entre Zurich y Estambul.
Pocos años después, este tren, el del empresario suizo, fracasó. Pasó al olvido mientras, el Venice Simplon Orient Express continuaba y continúa felizmente su ruta o sus rutas.
Hay viajes de París a Praga, a Venecia y por supuesto a Estambul
En el viaje del Venice Simplon Orient Express, cada compartimento cuenta con un sillón convertible en cama, calefacción, luces, un ventilador y un pequeño armario. Junto a la puerta hay una percha con un albornoz; bajo la cama, zapatillas y en un rincón de la mesa, papel de escritorio con el membrete del tren. Para bajar la ventanilla hay que mover una manivela dorada y para que surja el lavabo girar 180 grados la mesa, igual que hace 100 años. Por todas partes hay detalles de los años veinte, marquetería art deco y diseños de René Lalique. El bar tiene un piano y un pianista especializado en clásicos románticos. No hay normas que sugieran vestirse de etiqueta pero la mayoría de los hombres va a cenar con traje, smoking o chaqué y la mayoría de las mujeres con traje de gala.
El menú de la cena es langosta, solomillo y tarta y es ya imposible encontrar plazas para el viaje que realiza una vez al año a Estambul, que cuesta unos 22.000 euros por persona. Quien esté interesado debe reservar para el 2024 cuando el Venice Simplon Orient Express tendrá competencia: el nuevo propietario de la marca Orient Express acaba de anunciar que presentará un nuevo tren en París, durante los juegos olímpicos del 2024.
Un nuevo tren que va a depender de la compañía hotelera francesa Accor, que le compró hace seis años a la red de ferrocarriles franceses, la marca Orient Express. Accor ha fichado al investigador que encontró los 13 coches del tren Nostalgie Istanbul Orient Express, abandonados en la frontera entre Polonia y Bielorrusia, ha comprado otros cuatro coches estacionados en varias vías muertas del centro de Europa y ya tiene prácticamente listo un nuevo Orient Express de gran lujo que se presentará el año que viene en París y comenzará a viajar en 2025, en competencia con el Venice Simplon Orient Express. Será la tercera vida del Orient Express, un mito que 140 años después de su nacimiento, sigue vinculado al mismo propósito: que los viajeros disfruten del arte de viajar en tren.