Tailandia tiene más de 500.000 kilómetros cuadrados en los que viven aproximadamente 65 millones de ciudadanos de los que étnicamente el 95 % son tailandeses, aunque también viven muchos chinos, indios, malayos, jemer y birmanos que practican la religión budista. Y este capital humano es un gran valor de Tailandia. Desde que sales del aeropuerto de Bangkok, hasta que llegas al centro de la capital, dan una gran lección de amabilidad y calidez que te hace sentir bien desde el primer momento, te sientes acogido.
Sawad-dee torn yen en Puket no solo engancha, yo diría que enamora
Lo primero que llamó mi atención es el bosque de altísimos edificios que hay en Bangkok. En Bangkok hay 12 edificios de altura superior a 200m, 93 de más de 150m y 343 de más de 100m. Es la quinta ciudad con más edificios de más de 100 metros del mundo solo por detrás de Shanghái, Nueva York, Hong Kong y Tokio. Son rascacielos con una arquitectura muy original y un diseño espectacular. Fíjate que yo que soy muy de campo, me encantan. Y cuando llega la noche y los iluminan, son todo un espectáculo de color, una explosión de luces que impactan, te aseguro que no sabes sonde mirar. En Bangkok he dormido en la planta 58 del Hotel Lebua, el segundo edificio más alto de todo Bangkok, y ha sido una experiencia única. Lanzan fuegos artificiales que mezclados con el río y sus barcazas iluminadas, los edificios también iluminados, es uno de los paisajes urbanos más bonitos que he visto jamás.
En Bangkok todo gira en torno al río Chao Praya y sus pequeños embarcaderos donde la vida es un hervidero organizado. Por el Chao Praya navegan pequeños barquitos con gran encanto, pero también enormes barcos que transportan mercancías. Y algo que me ha llamado la atención es el tráfico, porque al principio asusta pero es solo la primera impresión. Nadie toca el claxon, nadie se enfada, todo el mundo cede el paso, y encima, es muy fluido. Para empezar, cenar en la planta 60, bajo la cúpula dorada del Hotel Lebua, desde donde se ve todo Bangkok, en uno de los dos restaurantes con estrella Michelín, porque tiene 4 restaurantes y de esos cuatro, dos con estrella. Es una experiencia maravillosa. Desde esa altura unos langostinos con wasabi crujiente, pollo picante al estilo Chong Qing una garra de langosta agria y caliente, o un solomillo de ternera wagyu frito al wok y foie gras, es un placer de otro mundo. Pero también te digo que en Bangkok se come riquísimo y muy barato, y la gastronomía de Tailandia nos dice mucho sobre su cultura y sus costumbres. En cualquier sitio te puedes comer unos huevos Punthai, rollitos frescos, pollo cocinado de mil maneras, arroz en todas sus posibilidades o cerdo a la brasa con pimienta negra o unos espagueti con pescado a la brasa por unos 100 bats, y 100 Bats son menos de 3 euros al cambio.
Perdernos por Bangkok y disfrutar un mundo de sensaciones
Lo primero, y como siempre, perdernos por sus calles y lo segundo explorar China Town y su calle principal Yaowarat Road, el epicentro del movimiento en el barrio. Sobre Yaowarat Road y en sus alrededores, se agolpan las tiendas de recuerdos, especialidades de la cocina tailandesa en sus puestos callejeros, templos, restaurantes, mercados, puestos de especias, frutas y también casas de compra y venta de oro, acupunturistas y vendedores de medicina china. Vamos, un paraíso para mí, salvo por los puestos de escorpiones fritos, que no probé. Lo tercero, y muy muy importante, a unos 80 kilómetros al norte de Bangkok, perderse por Ayutthaya.
Ayutthaya tiene algo que enamora
Tiene todo, en su momento fue considerada la ciudad más espectacular en la Tierra y hoy estas ruinas de la capital del Reino de Ayutthaya son una espectaculares. La antigua ciudad de Ayutthaya, se fundó hacia el año 1350 y fue la capital del mítico Reino de Siam durante más de 400 años. Las ruinas de Ayutthaya son consideradas uno de los lugares históricos más importantes de Tailandia y desde luego te enseñan lo que debió ser su esplendoroso pasado. Son 15 kilómetros cuadrados de lugar histórico Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. El Reino de Ayutthaya alcanzó su cima de poder militar, riqueza, cultura y comercio internacional en el siglo XVI, cuando el territorio del Reino se extendió mucho más allá de lo que hoy es Laos, Camboya y Myanmar. Tenía relaciones diplomáticas con Luis XIV de Francia y atrajo a comerciantes holandeses, portugueses, ingleses, chinos y japoneses. Durante el siglo XVII, la mayoría de los extranjeros que llegaban a Ayutthaya, tanto comerciantes como diplomáticos, afirmaban que era la ciudad más ilustre y brillante que habían visitado. Mi recomendación es vestirse con el típico traje tailandés que puedes alquilar en las tiendas que hay antes de entrar al recinto de los templos, y con tu sombrilla tailandesa, lanzarte a vivir la experiencia.
Es una inmersión en el increíble Reino de Siam donde sus 35 reyes se encargaron de crear templos de una belleza única, además de monumentos y estatuas sin igual en el mundo y de un tamaño descomunal. En esos tiempos tuvo unos 1500 templos y 4000 estatuas. Pero a finales del siglo XVIII, sus enemigos los birmanos, destruyeron la ciudad, sus monumentos y hasta decapitaron a budas. Porque es un recorrido increíble por su aire impregnado de incienso, su apacible atmósfera, sus monjes vestidos con sus túnicas color azafrán, y sus sonidos cargados de paz. Aquí en las ruinas del templo Mahathat, está la famosa cabeza de piedra de buda sostenida de forma asombrosa por las raíces de un antiguo árbol. También está el magnífico templo de Stupa or chedi, un gigante buda decapitado, Prang, mil templos y las murallas.No sabes hacia donde mirar y qué fotografiar, es una experiencia que hay que vivir.
Y otro templo obligado es el budista Wat Phanan Choeng, en la orilla de la confluencia de los ríos Chao Phraya y Pa Ríos Sak. Además del gigantesco e impresionante buda dorado, hay 84.000 budas pequeños metidos en hornacinas en la pared. Es todo un espectáculo tanto ornamental como de fervor y silencio budista. Ah y por supuesto embarcarte en un crucero por el río Ayutthaya, donde es fascinante ver el yacimiento del Siam desde el agua, de donde provienen los gatos siameses, que se cree que fueron criados y mantenidos como mascotas por la realeza y los monjes en los templos tailandeses.
A unos 900 kilómetros de la capital, donde me acaban de contar que sólo hay dos estaciones al año, la temporada verde, de mayo a octubre y la estación cálida, de noviembre a abril, tiene también una historia interesante, porque en los primeros días del comercio marítimo de la zona, el cabo de Phuket fue conocido localmente como Jungceylon. Como una parada perfecta de refugio durante los monzones, hasta la actual Phuket llegaban comerciantes de la India, Persia, Arabia, Birmania, China y Siam. Durante el siglo XVI, la isla era un puerto comercial muy popular para el estaño.
En 1785, la ciudad de Thalang fue rodeada por tropas birmanas que invadieron la zona costera y bajo el liderazgo de Chan, la viuda del gobernador y de su hermana Muk, unieron a los residentes locales y expulsaron con éxito a los invasores de Phuket tras más de 30 días de lucha. Y cuando la ciudad se encontraba en un estado de paz, fue entonces cuando se desarrolló la minería y empresarios y mineros chinos emigraron hasta aquí y se enriquecieron y crearon riqueza. La larga historia de la isla ha creado lo que es hoy en día Phuket, un completo destino turístico que ofrece mucho más allá de su patrimonio natural marino, su arena blanca, sus bosques y maravillosos fondos para bucear. Tiene una arquitectura sino-portuguesa impresionante, una hospitalidad que a mí me está invitando a quedarme un par de meses.
Recién aterrizada e inmersa en su cultura local en Ban Bang Rong, una pequeña comunidad de pescadores y agricultores al noreste de Phuket, con una historia que se remonta a más de 200 años. Ha sido la mejor forma de conocer cómo se mantienen las tradiciones y el modo de vida locales y su éxito en proyectos de conservación. Toda una experiencia para conocer mejor las comunidades locales de Phuket a través de su actividad más importante, la cosecha de cocos y visitar la Casa Chinpracha, considerada el primer ejemplo de arquitectura sino-portuguesa en toda la provincia de Phuket.